Con Estilo / 31 de octubre de 2020

MARCELA CARVAJAL

Con 28 años en la actuación, Marcela Carvajal es considerada una de las actrices más sólidas de Colombia.

Miredvista.co

La reconocida actriz incursiona en el teatro online con la comedia “Bonita, pero complicada”, dirigida por Dago García. En exclusiva, posó para MiREDVista y dio una entrevista en la que habló de su activismo ambiental, de su rol de sicóloga y del reencauche de las telenovelas en la TV colombiana.

La actriz durante la sesión de fotos para MiREDVista.

Fotos: José Veira @joseveiraphoto
Maquillaje: @valeriafdzn
Asistente de fotografía: @gisseladortiz
Locación: @boconceptco

Teresa Londoño es, lo que se dice, una mujer 10: es la bonita, eficiente y simpática secretaria del vicepresidente de una compañía que tiene que multiplicarse todos los días para lidiar con la oficina, la casa, los hijos, el exmarido, el compañero que la acosa, el jefe con el que enreda y encima hasta con la esposa del jefe, que le averigua por las andanzas de su marido.

“Ella es una mujer multitask a la que le pasan mil quinientas cosas al día”, dice Marcela Carvajal, la actriz que la caracteriza en una comedia que durante un mes la retó cada noche con una singular actuación online en la que solo eran ella, su cámara, la plataforma de Zoom y un público que se conectaba desde diversos lugares del mundo.

Bonita pero complicada, como se llama la comedia, es “una obra de teatro para una actriz”, como la definió la propia Marcela en entrevista con MIREDVista. “No es una obra grabada, sino presentada en vivo virtualmente, en la cual Dago dirigió, pero a distancia. Ha sido una experiencia increíble por la velocidad con la que transcurre todo, y porque además toca actuar mirándose en la cámara, pero al mismo tiempo te tienes que olvidar de que te estás mirando porque si no ¡se te puede olvidar la letra!”, dice.

El personaje por el que muchos la recuerdan es el de Alejandra Maldonado en la telenovela «Hasta que la plata nos separe».

La versátil actriz de teatro, televisión y cine, dice que a Bonita, pero complicada llegó en una conversación que sostuvo con su amigo, el director Dago García. “Durante la pandemia comencé a dictar clases de yoga online, vía Zoom, para fondos de empleados y vi que por esa vía había público. Por eso me animé y le dije a Dago, venga, anímese, por qué no hacemos algo por plataforma y él me propuso un texto que tenía”, cuenta.

Como hecho curioso, el escenario fue el hogar de Marcela, a quien le tocó hacer todo con la ayuda de sus hijas Crystal (12 años) y Luciana (11): instalar luces, cámaras, ambientación. “Los comentarios de la gente son increíbles. Es emocionante, porque al final interactúo con el público que se ha conectado”, señala con evidente emoción a través de la línea telefónica.

O TE ADAPTAS O…

«Creí que en pandemia no actuaría más, pero no he parado de trabajar», dijo la actriz.

Para esta artista bogotana de 51 años, con 28 años de trayectoria actoral, si bien el teatro es irremplazable, esta experiencia en el terreno de lo virtual le dio la oportunidad de transformarse y adaptarse a la realidad de la pandemia. “Fue una nueva forma de presentarnos en vivo y globalmente. No somos los primeros ni los únicos, pero sí creo que somos pioneros en hacer una obra especialmente diseñada o hecha para esta nueva plataforma”, explicó.

Ella dice que cuando se decretó la cuarentena estaba haciendo el dramatizado La Nocturna y a una semana de estrenar la obra teatral La Nena. “Creí que no iba a actuar más, pero fíjate que no he parado de trabajar”.

Cuenta que al principio, con su esposo (el entrenador físico Alberto Gaitán) empezó a dictar cursos de entrenamiento personal y yoga online. Posteriormente, hizo la película El Baño, bajo la dirección de Harold Trompetero, cada uno en su casa y con celular en mano, y comenzó también una serie basada en una propuesta becada por el MinTic. “Esto demuestra que uno tiene que dejar que las cosas fluyan, porque como te enseña el yoga si te resistes, te partes, pero si eres flexible te adaptas y buscas salidas”.

Marcela dice que desde chiquita tuvo clara esa fascinación por la actuación: siempre quiso ser actriz y por eso estuvo en cuanto grupo teatral pudo. Sin embargo, por insistencia de su familia, que le decía que con la actuación se iba a morir de hambre, entró a la Universidad Javeriana a estudiar sicología, “cosa que hoy agradezco”, confiesa, aunque apunta irónicamente que lo curioso es que ella se ha ganado toda su vida con la actuación, mientras que la psicología se ha convertido en su hobby.

“La parte clínica me gusta mucho, trabajé con sicóticos, y tengo mi consultorio donde atiendo a gente de muy bajos recursos”, cuenta. Pero de otra parte dice que cuando se es terapeuta hay que aprender a observar y a observarse, y cuando se es un buen actor también.

A esta actriz se le recuerda por personajes como el de la antagonista de En cuerpo ajeno (1992), su primer papel protagónico en María, María (1993), De pies a cabeza (1993); La sombra del deseo (1996); Yo amo a Paquita Gallego ((1997); ¿Por qué diablos? (1999), El Informante (2001), La venganza (2002), Pecados capitales (2004), Dora la celadora (2004), Hasta que la plata nos separe (2006), Secretos de familia (2010) y la serie Tiempo Final (2008), entre muchos otros.

“El 90% de mis personajes ha sido muy importante para mí, por una u otra razón, pero sin duda para la gente el más recordado ha sido el de Alejandra Maldonado en Hasta que la plata nos separe, una novela en la que durante dos años grabamos sobre el momento, casi que cronológicamente”, explica.

En la charla sale a flote la estrategia de los canales privados de repetir durante la pandemia telenovelas de hace varios años. “Me parece chévere, interesante que los colombianos puedan repasar producciones que en el pasado les gustaron mucho”, dice, y luego explica que aunque los actores no reciben regalías sobre ventas y repeticiones, sí las tienen sobre la pauta publicitaria.

Marcela es además instructora de yoga.

“Ahora bien, gracias a Dios son repeticiones y no enlatados. Ha sido un esfuerzo pelear para que en el prime time haya producciones nacionales. Lo que resta esperar es que los productores no se conformen con eso y que volvamos a producir nuevas cosas”, expresó.

LAS CAUSAS DE MARCELA

Carvajal hace parte de esa generación de artistas comprometidos, que alza su voz en defensa de grandes causas. Ella lo ha hecho en defensa de los niños, como embajadora de Unicef; de nuestros recursos naturales, pues dice que le preocupa que algún día tengamos que comprar agua y aire para seguir vivos, y de su profesión, la actuación, porque está convencida de que entretener a los demás es la gran causa de artista.

“Yo creo que cuando la gente va a verlo a uno, cuando nos sigue, cuando nos cree, uno tiene una gran responsabilidad social con esa gente. La actuación genera movimiento, transformación, por eso creo que el mundo puede llegar a ser mejor a través de nuestro trabajo”, asegura.

Precisamente por ese nivel de compromiso de ella, dice que desde hace varios años ha vivido muy consciente de lo que implica el cambio climático y viene haciendo a través de sus redes un activismo ambiental para incentivar el respeto por la naturaleza y el freno al consumismo que, recalca, amenaza la vida.

“Nuestra raza, ávida de dinero, no ha pensado en el daño al planeta. Me preocupa que en un futuro que está cada vez más cerca no tengamos qué comer y que haya que comprar agua y aire. No quiero eso para mis hijas. Tenemos que vivir en armonía con el planeta y cambiar las fuentes de producción de energía”, afirma.

Confiesa que hace años se “enamoró” del Amazonas, del rio, de la selva, de su cultura porque entendió que es el pulmón del mundo. “Como esto no hay más: nos da aire y agua, y al deforestarlo se acaba.”, dice. También se vinculó a la fundación Omacha, dedicada a la conservación de ecosistemas y especies acuáticas y terrestres.

Estoy convencida, dice finalmente esta espléndida artista, de que la injusticia ambiental general injusticia social, y hace sufrir a los niños y a los animales. “Como ciudadana y como mujer tengo derecho a disentir, no puedo quedarme callada”, puntualiza.

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