Lo último / 10 de abril de 2021

“Muchas veces estuve a punto de tirar la toalla”: Carla Celia

Carla Celia en plena Batalla de Flores con algunos de los integrantes de una de las danzas tradicionales que participan en el Cumbiódromo.

Zoraida Noriega

La arquitecta barranquillera nos cuenta la razón de su retiro de la dirección del Carnaval de Barranquilla tras 11 años, sobre sus logros, los mejores y malos momentos durante su gestión, del cáncer que padeció y cómo se enfrentó a realizar una programación en pandemia.

Carla Celia Martínez Aparicio es la persona que más tiempo permaneció en la dirección del Carnaval de Barranquilla. Aunque para ella fue tan emocionante como absorbente, fueron 11 años y cuatro meses de un trabajo difícil y lleno de retos. Porque no todo fueron aplausos, bailes y risas, sino que tuvo momentos de tristeza, desvelos, angustias y hasta frustraciones.

Frente al Museo del Carnaval, obra de la cual se siente orgullosa porque fue uno de los logros. «Me propuse dejar este legado desde el primer día que asumí el cargo».

No le pidieron la renuncia, como se especuló, sino que fue algo premeditado. “Mi plan de vida era que cuando cumpliera 65 años en octubre de 2020 me retiraría del cargo. Diría que fue una renuncia cacareada, porque en agosto del año pasado, cuando fui a dónde el Alcalde para decirle que me iba en ese mes, me dijo que no lo hiciera por lo de la pandemia. Lo acepté y me quedé para ver qué podíamos hacer en la virtualidad y así fue. Cumplí con mi deber”. 

“Uno tiene que entregarse con pasión, porque este es un cargo que sin ese sentimiento, esa emoción, no se logra nada. Para mí ha sido una experiencia de vida muy aleccionadora”, confiesa la arquitecta y artista plástica, asegurando que “es tan fuerte la influencia del Carnaval en la vida de uno, como barranquillero, que te metes ahí o no te metes. El Carnaval lo pide todo y también da todo”.

Gozando, pero muy pendiente al desarrollo de los desfiles en el Cumbiódromo.

Manejar las riendas de la fiesta más importante de Colombia fue “un paréntesis” en su vida. “Porque me vi casi obligada dedicarle menos tiempo a la familia y hasta mis dos vocaciones, como son la pintura y la cocina. Todo esto a veces queda a un lado, especialmente los 4 meses que anteceden al Carnaval. El trabajo y los compromisos aumentan tanto, que uno se convierte en otro más. Ahí tengo que destacar el equipo humano de la Casa del Carnaval. Creo que no se hubieran logrado tantas cosas, si yo no hubiera tenido un excelente equipo al lado mío que además de darme fortaleza, trabajó como hormiguitas”.

Nunca quiso ver los toros de la barrera.  Le gustó siempre involucrarse con el pueblo en todos los desfiles.  Disfrazada y bajo el sol, cada año la veíamos, a la par de los danzantes, recorriendo a pie el caliente asfalto del Cumbiódromo, saludando, sonriendo y gritando algunas veces sin dejar de agitar una paleta de señalización pare-siga para controlar el buen desarrollo de los desfiles.

TODO UN DESAFÍO

Ninguno de los retos  a los que tuvo que enfrentarse Carla Celia supera al de su doceavo Carnaval en plena emergencia sanitaria. “Fue un desafío gigantesco. Se cuestionaba cómo se iba llevar a cabo una fiesta que es de encuentro, de cercanía, que la gente se quedara en sus casas. Pienso que cumplimos, el 80% se le debe a los hacedores, pero más que todo, a la mística de la gente que se conectó. Este año no hubo reina, ni eventos presenciales. Quedó claro que el Carnaval sobrevive ante la adversidad, trasciende. Sentí un gran alivio cuando todo pasó”.

Con sus hijas Catalina y Marisabel Gutiérrez, y sus adorados nietos Martín y Manolo Fuenmayor, Antonio y Matilde Abello. En la foto familiar faltó Henry, el otro hijo de Carla.

“Llevar la fiesta popular, el encuentro callejero, la cercanía y todo lo que hace autentico un Carnaval a un nuevo formato y con todos los protocolos de bioseguridad a través de las pantallas, no fue fácil. Lo mejor fue la actitud de todos los que trabajamos para sacar adelante una agenda conmemorativa de especiales por Tv”.

Haber trabajado en la virtualidad comenta que le dejó muchas enseñanzas. “Nos dimos cuenta que la cultura es el alimento del alma, que con la creatividad podemos reinventar nuevas experiencias para el Carnaval de Barranquilla y que los cambios y nuevas herramientas como la tecnología contribuyen a proyectos vivos y dinámicos como nuestra fiesta”.

En todos los carnavales se disfraza. Desde que arranca el primer evento, como la Noche de Guacherna, a la cual pertenece esta foto, hasta el último día de la fiesta.

Dice que el sábado de Carnaval de este año, como todos los barranquilleros, sintió una nostalgia indescriptible. “Era como un Déjà vu. Fue uno de los días más duros en tantos años, una sensación de soledad y nostalgia”.

Durante su gestión le puso mucho interés a las carrozas logrando darles realce y movimiento. Aquí con un grupo de diseñadores y constructores de esas obras de arte.

TRABAJO CON LA COMUNIDAD

Entre las muchas anécdotas, la arquitecta contó que hace como 4 años la junta había decidido cambiar la ruta del tradicional desfile del Rey Momo de la calle 17 (suroriente de Barranquilla) debido a la ola de vandalismo y riñas que se habían desatado en ese tiempo en barrios como Rebolo, La Chinita y La Luz, por donde se hacía el recorrido.

“Los mismos actores y hacedores no querían participar. Me acuerdo que al día siguiente, de haber anunciado el cambio, llegaron a mi oficina tres líderes comunales de esos sectores pidiendo que no les cambiara la ruta. Entonces con  ellos y más gente de esos barrios nos reunimos varias veces en Don Bosco, y las mismas personas de la comunidad protegieron su desfile. Los uniformamos, los volvimos guías y el desfile se hizo en la 17 como se ha venido realizando. Es un ejemplo bonito al ver cómo involucramos a la comunidad dentro del problema, la misma comunidad defendiendo el Carnaval. Es el sentido de pertenencia, el resultado de reuniones y lo que se logra socialmente”.

La pintura y escultura, serán de ahora en adelante una de las prioridades de Carla.
En la cocina es experta en preparar platos de la gastronomía italiana.

FECHAS MEMORABLES

Uno de los momentos más difíciles que le tocó afrontar Carla ocurrió en enero de 2018 cuando estalló un artefacto en la estación de policía San José, suroeste de Barranquilla, en la que perdieron la vida seis uniformados. Ocurrió un día antes de celebrarse el abrebocas del Carnaval de Barranquilla: la Noche de Guacherna.

 “Estuvimos a punto de cancelar el desfile, pero luego en una reunión con la junta decidimos que era inaplazable y lo hicimos.  Fue impresionante ver  esa noche la mística y el valor del barranquillero defendiendo lo suyo, agitando pañuelos blancos en homenaje a los policías fallecidos. A mí se me salieron las lágrimas, fue una experiencia que nunca olvidaré”, recordó

En junio de ese mismo año falleció su padre Antonio Celia y meses después a ella le detectaron un cáncer de seno que por fortuna lo superó. Por eso confiesa que “el Carnaval de 2019 me dio muy duro”. 

Otro hecho angustioso fue la vez que asaltaron la Casa del Carnaval. Unos ladrones violentaron la caja fuerte y se robaron la chequera oficial. Comenzaron a girar como locos, después los aprendieron y Carla recibió hasta amenazas.  

ENTRE ELOGIOS Y CRÍTICAS

Aunque es inevitable que el desarrollo de una celebración de la magnitud del Carnaval de Barranquilla resulte perfecto y que algunos cambios en la programación no son tan bien recibidos por la comunidad, cualquiera que cargue sobre sus hombros la responsabilidad de liderarlo tiene que armarse de una coraza para que no la afecte.

Sin embargo, Carla, como artista plástica, es muy sensible. Dice que lloró muchas veces, algunas de emoción y otras de impotencia. Durante 11 años, sobre todo en la víspera y después de la fiesta, recibió elogios, pero también tuvo que sortear toda clase de críticas. “Recibí de todo. En cada Batalla de Flores, como es la apertura ¡a mí se me iba media vida ahí!”, apunta ahora entre risas.

¿Cuál ha sido su mejor Carnaval?

– Es que a uno lo juzgan si fue buena o mala una Batalla de Flores. Hubo dos o tres desfiles de estos regulares, pero el resto de los eventos fueron maravillosos, entonces es como decir que hubo ‘de cal y otra de arena’. Es difícil que todo salga perfecto manejando algo tan multitudinario.

¿Y las reinas?

Fueron 12 soberanas espectaculares. Las acogí como mis hijas, las felicitaba y también las regañaba porque me sentía con libertad para hacerlo. Uno ve que al principio están, en su mayoría, un poco temerosas y miedosas, pero son como un capullo. Porque en la medida que van pasando los días por la cantidad de eventos y la serie de responsabilidades, se van abriendo como la flor. Pienso que de alguna forma me lo agradecieron y yo también a ellas, porque la entrega de cada una fue increíble.

¿Qué ha sido lo más complicado en la organización?

-Varios. Uno de ellos el manejo de egos, me costó mucho trabajo. Que yo debo ir primero en el desfile, que quiero ir en tal posición, etc. Los grupos, patrocinadores de carrozas y demás,  exigen demasiado.

¿Y la consecución de dinero?

-Hay que destacar la importancia de la cultura y educación para el desarrollo de una ciudad,  pero la cultura es la más difícil de recaudar dinero. Es una paradoja. Recaudar dinero por la cultura  se vuelve algo quijotesco, sin embargo, es lo que más rédito social te genera. Y eso es difícil de entender. Por eso pienso que debería existir un presupuesto mucho más amplio para la cultura.

¿Qué le deja al Carnaval?

–Se hizo bastante. Tuve mucho respaldo, de la junta, del concejo y de los alcaldes. No me puedo quejar de ellos. Pienso que los hacedores y el equipo han sido primordiales, como ingredientes. Permitieron que en esta gestión fuera buena, porque pusimos en alto el nombre de nuestra máxima fiesta. A las carrozas les dimos realce; como artista plástica me propuse mejorarlas, darles movimiento, realzarlas y pasaron a ser casi que obras de arte. Pero lo que más me llena de orgullo ha sido, sin duda, la creación del museo. Desde que ocupé la dirección me lo propuse como objetivo. Para mí es la obra más importante. Si no hubieran sido por los aportes del sector público y privado, el respaldo del Alex Char, durante su cargo en la Alcaldía, de su esposa Katya, y todas las patinadas que hicimos, no lo hubiéramos logrado.

¿Pensó retirarse antes?

-Muchísimas veces estuvo a punto de tirar la toalla (risas). No es fácil tener contento a todo el mundo, eso genera una frustración verraca. Y lo otro es la sostenibilidad. Este año de pandemia, por ejemplo, fue pasar el ‘Niágara en bicicleta’, porque no entraron recursos de una buena parte del sector público y privado. 

¿Cómo quedó su relación con los hacedores?

Excelente. No tuve problemas, por el contrario, adopté a muchos consiguiéndoles dos empresas para que los patrocinaran. Todos me llamaron a saludarme cuando se enteraron de mi retiro.

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