Enredad@s / 18 de julio de 2020

Pegaditos a las redes

Patricia Escobar

En marzo, Colombia comenzó a ponerle atención a un virus que, según  decían, apareció en la China y estaba haciendo estragos en Europa. Mandaron a muchísimas personas a las casas y ahí comenzó hablarse del teletrabajo.

Pocos días después, la alerta aumentó y enviaron a sus casas a los estudiantes que a partir de ese momento comenzaron a recibir clases virtuales o remotas, como deberían llamarse realmente.

Entre tanto, las reuniones no podían pararse y se implementaron las virtuales, o no presenciales, siendo Zoom una de las muchas plataformas de videollamadas más utilizadas.

El país no podía quedarse sin leyes, y los congresistas se fueron para sus residencias y comenzaron debates, trámites de proyectos, se dictaron leyes en medio de tropiezos y crisis que cuestionan su legalidad

Y la cosa paró allí. Con el alargue del encierro, producto de las amenazas en acenso del Covid-19, los encuentros familiares, la realización de eventos sociales y culturales comenzaron a celebrarse de la mano de computadores y móviles.

Hoy gran parte de nuestras vidas está amarrada a esas tecnologías y la conectividad comenzó a ser parte de nuestro sentir. Y como muchas otras cosas comenzamos a descubrir que estamos muy lejos de migrar a lo que se supone exige el mundo.

Las llamadas se cortan, las videoconferencias se caen, en muchos municipios y lugares del país no hay señal de internet o es deficiente, los daños no se atienden oportunamente y no todos los colombianos tienen un aparato receptor a la altura de las exigencias actuales.

Colombia está bien rezagada en cuanto a conectividad. Ocupa el puesto 83 en el ranking internacional ICT. Según las cifras más recientes del Ministerio de las TIC, en Colombia tienen conexión a internet un poco más de 21.7 millones de personas, quedando por fuera de ese “privilegio” unas 23.8 millones.

En cuanto a la penetración de internet móvil, Colombia se encuentra en la posición 19 entre 27 países de América, con 48,8 conexiones activas por cada 100 habitantes en 2017. En otras palabras, casi todas las economías latinoamericanas superaban a Colombia en este indicador. Las cifras poco han cambiado.

Y si de velocidad hablamos, las cosas están peores. Un reciente informe del instituto británico Cable.co.uk, ubica a Colombia en el puesto 131 en velocidad de internet, con un ancho de banda promedio de 3,4 megas reales. En Taiwan, ¡la velocidad es de 85 megas!

Con esa limitante, y el hecho de que hay muchas más personas conectadas al mismo tiempo, las quejas por mal servicio se acentúan y las limitaciones del país son más notorias.

Hace un año, la encargada del Ministerio de las TIC en ese entonces, Sylvia Constain dijo: “En un mundo que avanza a pasos agigantados, ir lento es retroceder, y justo eso es lo que le ha pasado a nuestro país en términos de conectividad. No podemos desconocer los avances en la penetración y uso de internet que se han realizado, sin embargo, al compararnos con las dinámicas de economías similares a la nuestra, es claro que estamos rezagados”.

Entonces se diseñaron planes, se hicieron anuncios, se comenzó a capacitar niños y empresarios en el uso de nuevas tecnologías se ampliaron los puntos de internet gratuito en lugares públicos, pero no se hicieron cambios significativos, ni se dieron pasos de gigante, y la pandemia nos cogió mal parqueados.

Este aislamiento preventivo obligatorio va para largo, y después ya las cosas no serán iguales y la tecnología dominará los mercados, el comercio autónomo. La economía virtual y la telemedicina son algunas de las inclinaciones para esta etapa y serán dominantes en un futuro cercano, por lo que los gobiernos tendrán que ponerle atención a la “nueva normatividad” que nos obliga a estar pegaditos a las redes.

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