Moda / 11 de febrero de 2023

Que las ventoleras no hagan de las suyas con sus gorras y sombreros

Yuri Ariza enseña uno de los modelos que más ha gustado en su tienda.

Miguel Utria

Las fuertes brisas que por estos días soplan en Barranquilla no quieren dejar cabeza con sombrero. Los barranquilleros se las ingenian para no perder la prenda de moda en esta temporada.

Las ventoleras llegaron a la Región Caribe este año con muchísima fuerza, para quedarse por un rato y de alguna forma ser también protagonista en del jolgorio que por estos días se vive por el Carnaval de Barranquilla.

Sombreros, gorras, viseras, turbantes y tocados son el complemento ideal del outfit carnavalero.

En en la ciudad soplan vientos que han llegado a superar los 70 kilómetros por hora, según datos de la Dirección Marítima, que pronostica que el fenómeno natural irá hasta mediados del mes de abril.

Las ventoleras llegan con la alegría propia de la temporada, no en vano las mismas han servido para aflorar la gracia y la picardía reflejada en dichos y bromas que solo se le pueden ocurrir a los costeños. “Sopla brisa, que estás en tu tiempo”; “Déjala que se defienda sola”, se les dice a las mujeres cuando se les ve en aprietos, por cuenta de la fuerza de las brisas con sus faldas, vestidos o sombrillas.

En ese escenario, los sombreros, viseras y gorras son protagonistas, pues son ideales para protegerse del sol picante y de los ventarrones de estos días y perfectos para acompañar la pinta carnavalera, pero también son propensos a volar con un brisón, pues las ventoleras parecieran sentir celos de quienes se atreven a lucir, tocados,  pavas, gorras, sombreros y otros accesorios de cabeza..

Quizás por eso, Luzdary, Paula, Yuri y Candelaria no se cambian por nadie, pues sus negocios van viento en popa en esta temporada de Carnaval, y con el pasar de los días y la cercanía de los cuatro días finales, la cosa promete ponerse más buena.

Ellas son vendedoras de sombreros, artesanías y demás elementos y accesorios para lucir en los diferentes eventos del Carnaval. Y es que en temporada de pre y carnaval, el sombrero es una prenda casi obligada en el atuendo del barranquillero y forastero que cada fin de semana acude a actos masivos, estaderos y demás eventos propios de la temporada.

LA ‘CORREÍTA’ SALVADORA

En la Galería 72, Johan Fábregas se mide su sombrero muestras es asesorado por la vendedora Paula Gómez.

A Luzdary Gutiérrez la encontramos en la Feria ´Ponte la máscara’, que funciona en la Plaza de la Paz, y que ha sido bastante concurrida por los eventos que se han celebrado en la ya tradicional tarima de la ciudad.

Luz Dary lleva más de 30 años dedicada al negocio de venta de sombreros y otros artículos, y junto a su esposo viaja de feria en feria llevando sus productos que se venden como pan caliente en cada pueblo o ciudad de visitan.

A Barranquilla, Esta comerciante y su esposo llegaron recientemente; ella asegura que ha sido una grata estadía pues a medida que pasan los días ha llegado más gente a su puesto a comprar los sombreros, que son una de las prendas más buscadas en esta época.

Pero consciente del fenómeno climático de esta temporada, Luz Dary nos sorprendió con un elemento adicional que ella les ofrece a sus clientes, que es una especie de correa, elaborada en el mismo material que los sombreros y que sirve para apretar el accesorio a la cabeza para que este no se vaya a volar.

“Con esta correíta, la persona la fija de acuerdo al tamaño de la cabeza, el sombrero queda fijo y no hay brisa que lo mueva de ahí”, explicó, la mujer, quien asegura que el oficio le ha dado para educar a sus tres hijos, que son profesionales.

Justamente en la Plaza de la Paz, una pareja de adultos mayores que por su apariencia y acento era del interior del país, lucía sombreros y los llevaban amarrados con una cuerda de caucho que amarran debajo de la barbilla, y así, aunque la brisa se los saque su lugar, estos no vuelan porque quedan amarrados al cuello.

LA MEJOR ÉPOCA

Luzdary Gutiérrez enseña cómo asegurar el sombrero para que la brisa no lo vuele.

Yuri Ariza y Candelaria Peñaloza atienden un puesto de venta de sombreros en el local 46 de Galerías La 72, en inmediaciones del Estadio Romelio Martínez. Ellas, al igual que Luzdary, aseguran que esta es la mejor época para la venta de sus productos, y esperan que los últimos días de la temporada sean los mejores.

Afirman que quienes compran sombreros son las mujeres, aunque tienen para todos los gustos y en diferentes materiales. A su local llegan cada día turistas, quienes para la temporada son sus potenciales clientes.

“No nos podemos quejar, estamos felices de ver que esto se mueve más cada día, y lo de la brisa no es problema porque la gente se las ingenia para amarrarse los sombreros y que el viento no se los arranque. Nosotros no vendemos accesorios para amarrarlos, pero le indicamos a la gente cómo deben hacer para que no se les vuelen”, sostiene Yuri.

En el local 5 de la galería, Johan Fábregas, quien se medía un sombrero carnavalero que llegó a comprar, demostró que como estos vienen por tallas, quedan súper ajustados y ni el más fuerte viento podría sacárselos. “Ahora, si tú quieres le puedes poner una pitica o un elástico y así aunque se te salga de la cabeza, no se te cae,”, nos comentaba mientras se probaba su prenda.

El cliente era atendido por Paula Gómez, quien asegura que esta semana es la mejor, y la muestra es que cada día llega más gente a la galería, en especial turistas tanto del interior del país como del exterior.

“Por lo general vienen en parejas o grupos y siempre son las mujeres quienes más nos compran, los señores muy poco. Pero por supuesto que también hemos vendido muchos sombreros para hombres”, asegura la joven vendedora.

IRACA Y CAÑAFLECHA

Aunque ninguna de estas mujeres son fabricantes de los sombreros que venden tienen conocimiento del material y su fabricación, especialmente  porque mucha gente les pregunta por detalles de la prenda.

Luzdary asegura que los que más se venden en su local  son los fabricados en iraca y cañaflecha, es decir los famosos vueltiaos, fabricados en Tuchín, departamento de Córdoba.

“La gente pregunta por el tema de las vueltas o líneas, y les explicamos que dependiendo del número de vueltas varía el precio. Por ejemplo, un quinciano (de 15 líneas o vueltas), puede costar entre 150 y 240 mil pesos, y va variando, hay de 250, 300 y el más costoso, que es el de 27 líneas, que cuesta 1 millón 200 mil pesos”, afirmó.

Para estas mujeres emprendedoras, lo más importante es que sus clientes se vayan satisfechos, y aseguran que esa satisfacción también es la satisfacción de ellas porque tras culminar el carnaval, la dinámica de ventas baja un poco, pero las ganancias que quedan suplen ese cambio.

Lo cierto de todo esto es que quienes adquieren la elegante prenda, no se va a arriesgar a dejar que el viento se lleve lo que son tanto entusiasmo adquirió, y por eso antes de comprarlo ya piensan en la forma en que lo van a asegurar, porque estas ventoleras vienen arrasando con lo que a su paso encuentran.

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