En el Centro Comercial Buenavista las zonas comunes han sido demarcadas en el piso para guardar una distancia segura.
La vida cambió y así se evidencia en cada uno de los 24 centros comerciales de Barranquilla, donde las medidas de bioseguridad y las nuevas de conducta están a la orden del día.
Entrar despreocupadamente a un centro comercial, saltar de almacén en almacén como si nada, arremolinarse en la fila de una caja, o sentarse a tomar un café, a saborear un sándwich o comer un helado, así sin más ni más, hace parte de nuestra otra vida, esa que dejamos atrás hace más de cinco meses.
Hoy, en la mayoría de los establecimientos comerciales hay que hacer fila para entrar, hay que desinfectarse las manos, ubicarse en los lugares demarcados, andar con pausa para no tropezar o apretujar a alguien… en fin, hay que aceptar que la vida, las costumbres, los usos y la forma de relacionarnos con los otros cambiaron.
Los 24 centros comerciales que hay en las distintas localidades de Barranquilla abrieron sus puertas a plenitud y es evidente el cumplimiento del mandato del Gobierno nacional y en especial del alcalde Jaime Pumarejo: todos han reabiertos establecimientos y servicios de forma “responsable y segura”, como lo exigió el gobierno local.
“En el caso de los Buenavista 1 y 2, además de los protocolos estrictos de bioseguridad, queremos transmitirles a nuestros clientes y compradores una sensación de absoluta seguridad en los centros comerciales. Si te cuidas, nos cuidamos todos”, expresó un vocero del los Buenavista 1 y 2.
En todas estas moles comerciales no hay un local comercial en el que no haya cumplir unas normas mínimas para entrar. El alcohol y el gel, los tapetes antigermicidas y las tomas de temperatura son la bienvenida que brindan todos los almacenes, por más chico que sea.
“Nos toca cumplir, porque es que además hay una supervisión estricta de las autoridades, como debe ser. Con frecuencia nos visita la Patrulla Covid, atenta a cualquier anomalía”, explicó a su turno María Elena, administradora de un almacén de ropa femenina en el Centro Comercial Miramar.
En las plazas de comida el cambio es drástico, porque si bien en la mayoría han reabierto todos los restaurantes, el aforo en estas es controlado. En el Buenavista, por ejemplo, donde admiten cuatro personas por mesa, solo se permite el ingreso de 188 personas a la plazoleta. “Lo bueno es que nuestros comensales lo aceptan, esperan pacientemente a que haya un lugar para ingresar”, dice la fuente.
“La palabra de moda en los centros comerciales es paciencia. La pandemia nos enseñó que la salud, la vida es lo realmente esencial y que tanto afán, tanta soberbia, tanto estrés no sirven de nada”, apunta Pedro Fuentes, cliente de Sao 53, en el Portal del Prado.
Pero con todo y los protocolos, es evidente en esta nueva normalidad que los centros comerciales siguen estando entre los lugares favoritos de los barranquilleros por la cantidad de servicios que concentran. Así lo demuestra el flujo constante de clientes, compradores, comensales y de quienes solo van a pasear y relajarse viendo vitrinas. Es que aún con tapabocas y alcohol a la mano, ese sigue siendo un plan para muchos.