Mundo Deportivo / 28 de junio de 2025

La silla eléctrica del ‘Metro’: ¿por qué ningún técnico sobrevive en Junior?

Romario Quintero

En los últimos 10 años, el equipo barranquillero ha tenido 17 cambios de entrenador, 11 técnicos en propiedad y ningún proceso que haya superado los 24 meses.

Estos son algunos DT que han pasado por el Junior de Barranquilla.

En Barranquilla se respira fútbol. En cada esquina, en los taxis, en las tiendas de barrio y en los almuerzos familiares, el Junior no es solo un equipo: es una religión, una pasión desbordada que no admite medias tintas.

Sin embargo, en los últimos diez años, esa devoción se ha visto golpeada por una crisis silenciosa pero profunda: la del banquillo técnico.

Desde 2015, Junior ha tenido diecisiete cambios de entrenador, once de ellos en propiedad, y solo tres de esos técnicos repitieron etapas. Un ir y venir que ha sembrado el desconcierto tanto en el camerino como en la tribuna.

Lejos de consolidar un proceso deportivo coherente, el club ha demostrado una alarmante volatilidad en la toma de decisiones que hoy tiene a Barranquilla preguntándose: ¿quién dirige realmente al Junior?

UNA SILLA ELÉCTRICA EN VEZ DE UN BANQUILLO

Alexis Mendoza fue el primero en esta serie inestable. Entre 2015 y 2018 vivió dos etapas marcadas por altibajos, aunque logró dejar su huella al coronarse campeón de la Copa Colombia en 2015 y llevar al equipo a la fase de grupos de la Copa Libertadores en 2018. Pese a sus logros, su salida no sorprendió: en Junior, los resultados pesan menos que las sensaciones.

Después vino una constante: Julio Comesaña, el entrenador más laureado de la historia del club, convertido en el ‘bombero eterno’. En cuatro etapas entre 2017 y 2022, Comesaña ganó todo lo posible a nivel local: Copa Colombia 2017, Liga 2018-I, Liga 2019-I y Superliga 2020.

También condujo al equipo a la final de la Copa Sudamericana 2018. Pero ni siquiera él ha logrado consolidar un proceso duradero. Cuando regresa es ovacionado; cuando se va, nadie parece recordar que alguna vez fue campeón.

A esta lista se suma Arturo Reyes, otro técnico de la casa, que ha vivido tres ciclos entre 2021 y 2024. Fue campeón de la Liga-II 2023 y llevó al equipo a los octavos de final de Copa Libertadores en 2024, una hazaña que Junior no alcanzaba desde hacía trece años.

Sin embargo, su liderazgo también fue cuestionado, su estilo tildado de conservador y su vínculo con la institución terminó, como los demás, en medio del ruido.

UNA HISTORIA DE RUPTURA EMOCIONAL

Pero la crisis técnica del Junior no solo puede analizarse desde la tabla de posiciones o el número de trofeos. Psicólogos deportivos y sociólogos barranquilleros coinciden en que hay un componente emocional profundo que se está quebrando.

“El Junior es un símbolo de identidad para el barranquillero. Cada fracaso no solo se vive como una derrota deportiva, sino como una herida colectiva”, explica el psicólogo clínico y aficionado al fútbol Rafael Meriño.

Sociólogos como Carmen Solano señalan que el entorno social y cultural de Barranquilla; alegre, eufórico, efusivo puede chocar con la necesidad de estabilidad que requiere un proyecto deportivo.

“Aquí se quiere ganar ya. Si el técnico no gusta en los primeros tres partidos, hay presión de la tribuna, de los medios, incluso de los patrocinadores. La directiva actúa al calor del momento y se repite el círculo vicioso”, sostuvo.

Así ha sido el aforo del estadio Metropolitano debido a la crisis de DT.

UNA DIRECTIVA QUE NO ENCUENTRA EL NORTE

Desde 2020, Junior ha cambiado de técnico en diez ocasiones. En estos cinco años recientes, desfilaron nombres como Juan Cruz Real, Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez, César Farías y ahora, en 2025, el uruguayo Alfredo Arias, un técnico con buen cartel pero que ya siente el peso de las expectativas desbordadas.

De todos los entrenadores de la última década, ninguno ha cumplido dos años en el cargo. Un dato que, más allá de lo anecdótico, evidencia la falta de planificación a largo plazo.

 La presión inmediata ha sepultado cualquier idea de proceso. Incluso técnicos como Alberto Gamero o Amaranto Perea, que llegaron con propuestas distintas, fueron despedidos sin la paciencia mínima que exige construir un equipo competitivo.

EL ENTORNO, CANSADO Y ESCÉPTICO

La relación entre Junior y su hinchada atraviesa un momento complejo. Si bien el Metropolitano sigue llenándose en partidos clave, el ambiente general es de fatiga. “Otra vez nuevo técnico”, “Esto ya lo vivimos”, “Van a traer a Comesaña otra vez”, son frases que se repiten como mantras resignados en redes sociales, en los comentarios de los periodistas y en las voces de los propios jugadores.

Exjugadores del club como Iván René Valenciano y Víctor Danilo Pacheco han manifestado en medios que el Junior necesita menos cambios de entrenadores y más estructura deportiva.

“Mientras no haya un proyecto sólido desde la cabeza, ningún técnico va a durar”, dijo el ‘Bombardero’.

¿Y AHORA QUÉ?

La llegada de Alfredo Arias en 2025 genera ilusiones moderadas. Su perfil extranjero, su paso por equipos con proyectos serios y su discurso sereno podrían representar un nuevo comienzo.

Pero ya se escucha el murmullo: “¿Cuánto durará?” Nadie en Barranquilla se atreve a apostar por una estabilidad que se ha vuelto una quimera.

Mientras tanto, el Junior deambula en su propia contradicción: es uno de los equipos con mayor inversión del país, pero actúa como un club sin brújula. Y en medio de la confusión, una ciudad entera espera una vez más que esta vez sí sea la definitiva.

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