Con 65 años, el técnico uruguayo ha dirigido clubes en Uruguay, Ecuador, Chile y Colombia, logrando su mayor hito en 2021, cuando levantó la Liga Colombiana con Deportivo Cali.
Por estos días, en Barranquilla se respira expectativa. Este sábado, a las 8:30 p. m., en Palmaseca, Alfredo Arias hará su estreno oficial en el banco de Junior ante Deportivo Cali. Un debut que, más allá de los tres puntos en juego, representa el punto de partida de un proyecto que carga, de entrada, con la obligación más alta: ser campeón.
El técnico uruguayo no desconoce el peso de su nueva camiseta. A sus 65 años, Arias no es un improvisado; ha construido una trayectoria que lo ubica como uno de los entrenadores sudamericanos con mayor bagaje reciente en el circuito continental.
Su libreto, casi siempre ofensivo, tiene claras raíces rioplatenses: fútbol de posesión, presión alta y protagonismo constante. Así lo mostró en clubes como Montevideo Wanderers, Emelec de Ecuador, Universidad de Chile, Santa Fe y, más recientemente, Deportivo Cali.
Justamente en Palmaseca, la casa azucarera, comienza a escribirse este nuevo capítulo, ahora con los rojiblancos.
UN CAMINO FORJADO A PUNTA DE IDEAS
Desde que dio sus primeros pasos como entrenador, Arias se ha distinguido por ser un convencido de la estética del juego. Quienes lo han dirigido o enfrentado saben que su sello es la apuesta por la pelota bien tratada y el atrevimiento en campo rival.
Su mejor carta de presentación llegó en 2021, cuando al mando del Deportivo Cali logró un título inolvidable en la Liga Colombiana, dándole forma a un equipo con transiciones rápidas, extremos incisivos y mediocampistas creativos.
Ahora, el reto es mayor. Junior no es un club cualquiera. Es una institución que carga sobre sus hombros la exigencia permanente de pelear arriba, con una hinchada que no tolera temporadas grises.
Lo sabe Arias y lo reitera cada vez que tiene un micrófono al frente: “Trataré de ser campeón porque acá la obligación es ser campeón”, enfatizó esta semana, recordando que estar en Barranquilla es, para él, un doble motivo de orgullo.
UNA NÓMINA QUE AÚN SE COCINA
El debut ante Cali llega con un escenario complejo. A pocos días de abrir la Liga Colombiana II, el libro de pases de Junior sigue abierto y varios de los refuerzos no podrán estar disponibles de inmediato.
Entre documentos pendientes, suspensiones y lesiones, Arias se verá obligado a improvisar una alineación que todavía no tiene su forma final. Aun así, la ilusión es clara: armar un plantel competitivo que pueda sostener la idea de juego que tanto lo caracteriza.
No en vano, el DT ha reconocido su interés por sumar a Yeison Guzmán, mediocampista antioqueño que actualmente milita en el Torpedo de Moscú.
Para Arias, contar con un creativo de ese calibre encajaría a la perfección en su libreto ofensivo. “Si un jugador como Yeison Guzmán no me interesa, yo no merezco ser técnico”, dijo sin rodeos, dejando claro que su ambición es total.
PALMASECA: EL LUGAR DE LOS RECUERDOS
El calendario, caprichoso, quiso que el primer reto de Arias sea precisamente en la cancha que tantas alegrías le dio. En Palmaseca levantó el trofeo de liga con Deportivo Cali, en medio de una de sus mejores etapas como entrenador en Colombia.
Hoy, sin embargo, regresa como rival, consciente de que no todos lo recibirán con aplausos. Lo asume con entereza. “Algunos me insultarán, otros me aplaudirán, pero nada de eso me saca del foco”, sentenció.
Esa mezcla de orgullo y pragmatismo define bien su carácter. Para Arias, no hay margen para distracciones. Sabe que los hinchas del Junior leales pero exigentes esperan resultados inmediatos. El margen de error es mínimo y la paciencia, casi nula.
EL RETO DEL SEGUNDO SEMESTRE
Con apenas dos semanas de trabajo, Arias ya dejó claro que no traicionará su esencia. Su propuesta no cambia: un Junior ofensivo, que ataque más de lo que defienda, que se adueñe de la pelota y que apriete bien lejos de su propio arco. Un desafío que no es menor en una liga tan pareja como la colombiana, donde los torneos cortos no perdonan traspiés.
Por ahora, el uruguayo confía en la confianza que le brindaron Fuad Char y su hijo Antonio, los máximos responsables de darle el timón del equipo. Sabe que detrás de esa confianza se esconde una exigencia tácita: devolver a Junior al lugar donde, por historia y afición, siempre debe estar.
El sábado arranca el camino. Ante Cali se sabrá si los primeros trazos de la era Arias comienzan a tomar forma. De su libreto ofensivo, de la paciencia para ajustar piezas y del respaldo de un vestuario comprometido dependerá que la medalla que él mismo dice que nadie le quita su capacidad de trabajo brille una vez más en el Caribe.