Nuestra Gente / 23 de octubre de 2021

Antonella Farah y la moda sostenible que convierte en piezas de arte

Antonella Farah y su amiga María Clara Ordóñez. Las dos comparten además el trabajo social con los niños de Tierrabomba.

Alix López

Antonella Art Shop nació en pandemia cuando esta economista monteriana empezó a pintar flores de retazos de jean en su casa de Cartagena. “Cada quien da lo que su corazón tiene”, es su frase de vida.

Antonella Farah Louis en su taller de arte en su residencia de Cartagena.

“Suelta el papel y agarra el lienzo que lo estás haciendo bien”, le dijo un día la escritora cordobesa Soad Louis a su hija Antonella Farah durante una clase de dibujo con sus hijos.

“Mi mamá ha sido esa fuente de inspiración y examen artístico en mi vida, desde muy pequeña me enseñó a escribir, me enseñó a mirar desde el color, a ver desde las circunstancias, a sentir las texturas sin tocarlas”, asegura la economista monteriana residenciada hace varios años en Cartagena al recordar a la fallecida escritora oriunda de Ciénaga de Oro.

Eso ocurrió algunos meses antes de la pandemia, pero cuenta que cuando llegó el aislamiento total empezó a pintar paredes, muebles, ropa, zapatos y a elaborar flores hechas en tela de jean para decorar su apartamento en Cartagena, en donde reside desde hace muchos años.

«El no tener certeza que iba a pasar en los días de la pandemia me obligó a ser atrevida, a ponerle color a todo… a todo», recuerda hoy Antonella para referirse al inicio del emprendimiento que arrancó en plena cuarentena por el Covid-19.

Tapabocas pintados a mano de Antonella Farah Louis.

Confiesa que empezó a diseñar sus propios tapabocas porque los que había en el comercio les parecían aburridos así como prendas pintadas a mano para ella y que gustaron tanto, que sus amigas más cercanas se convirtieron en sus primeros clientes de Antonella Art Shop (@antonellaartshop).

«Mi objetivo es reciclar jeans viejos y convertirlos en obras de arte que yo transformo en chaquetas y pantalones cortos», asegura, pero la línea se extiende a pines, bolsillos, cajas de regalo, delantales, cojines, stickers y y mugs o pocillos mágicos. como ella los llama porque cambian de color con el calor y aparecen frases y figuras en forma de ojos.

A la hora de crear, a Antonella la inspiran el color, los olores, las texturas, pero también, la gente que se quiere ver diferente y se atreve a salir de lo tradicional.

Chaqueta decorada con parche pintada a mano.

Dice orgullo que su principal socio es Dios y sus aliados son su esposo, Carlos Frieri Martínez, y sus hijos, que además son fuentes de financiación y auditores, como ella lo asegura.

También destaca las alianzas con marcas reconocidas y otras más nuevas.

Sobre el proceso de comercialización, que es muy reciente, están mirando el mercado de Estados Unidos, y que a corto plazo participará en eventos nacionales e internacionales. Recientemente asistió al espacio Vogue en Miami.

«Fue una experiencia muy bonita, sobre todo ver marcas colombianas jóvenes presentando sus productos en un espacio tan interesante como es el Miami Design District. Esta vez fui de espectadora y de aprendiz», agrega.

Todas las prendas son además pintadas a mano y para la costura a máquina y el bordado se apoya en mujeres cabeza de hogar.

Los pocillos mágicos de Antonella Art Shop que cambian de color con el calor.

Con el producido de las ventas de su emprendimiento participa de manera activa como voluntaria de la Fundación Dones de Misericordia en el programa en la Isla de Tierrabomba que trabaja con niños de población vulnerable.

Por eso los fines de semana se va junto a su amiga Arlena Hoyos así como otros allegados y familiares para llevarle música, baile, arte y educación a los beneficiados del Centro para la Infancia de la Fundación Dones de Misericordia.

«En el centro escolar son atendidos 150 niños que reciben refuerzo académico, enseñanza en valores y almuerzo», dice Antonella, que cada día pone en práctica la frase del escritor Óscar Wilde: «Cada quien da lo que su corazón tiene”.

Con los niños de Tierrabomba beneficiados con los programas sociales de la Fundación Dones Misericordia.

Para Antonella, esta reflexión resume su vida. «Es una frase que todos los días me la repito para aprendérmela como lección de vida incluso, para ver a los demás con misericordia», agrega.

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Recuerda además que su mamá Soad Luis, la siempre recordada Turquesa Morena, le enseñó la importancia de aprender todos los oficios, de no quedarse en días de vagancia.

«Mi infancia fue muy feliz como siempre estaba inventando algo novedoso que hacer, y ella siempre fue mi gran apoyo», afirma.

Antonella Farah junto a su mamá, la reconocida escritora Soad Louis Lakah, fallecida el 26 de abril del 2020.

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