Personaje / 11 de marzo de 2023

Así viven hoy las princesitas traviesas de Mónaco: Carolina, feliz abuela; Estefanía, irreconocible

Rosario Borrero

Con muchas cosas en común y luego de haber estado en el centro de la atención de la realeza europea por sus agitadas vidas sentimentales, Carolina, de 65 años, y Estefanía, de 58, hoy apenas se miran, producto de una rivalidad que las distancia desde la muerte de su madre, la inolvidable Grace Kelly en 1982.

En los años 80, Carolina y Estefanía de Mónaco se convirtieron en auténticos íconos de belleza, moda y fama. Carolina, la mayor, bella como su madre, era el glamour en pasta; Estefanía, la menor, llevaba una vida alocada, era la rebelde de la familia y estuvo por varios años en el centro de escándalos de la realeza europea. Ambas eclipsaban las grandes fiestas y su presencia en la prensa rosa, las galas benéficas, y el mundo del espectáculo, el deporte y la política era poderosísima.

En esta imagen, tomada en una gala de julio del 82, aparecen los Grimaldi en pleno: Raniero III, Carolina, Estefanía y Alberto y la princesa Grace. Fue la última fotografía que se hicieron juntos. Dos meses después murió la madre en un fatídico accidente de tránsito.

Pero a diferencia de su hermano Alberto ll de Mónaco, el amor fue esquivo para Carolina y Estefanía. Quizás porque Grace y Rainiero lll de Mónaco, sus padres construyeron un amor tan férreo y una unión tan sólida y estable que dejaron la vara alta y se convirtieron en un inalcanzable paradigma del amor para ellas.

Carolina y Estefanía eran muy jóvenes cuando debieron soportar, el 14 de septiembre de 1982, la prematura muerte de su madre Grace Patricia Kelly, aquella bella actriz ganadora del Oscar que contrajo enlace con Rainiero lll de Mónaco y se convirtió en la amada Princesa consorte. Endiosada entre los suyos y muy querida en todo el mundo, ella fue considerada la antecesora de la querida y popular Lady Di.

La princesa Grace murió en un accidente de tránsito. Si bien en la versión oficial que ella iba al volante, hay versiones de que quien iba en realidad conduciendo era la rebelde Estefanía, de 17 años en ese entonces, con quien su madre discutía al traerla de vuelta a la casa tras haberse escapado con un amor. No obstante, la adolescente no sufrió consecuencias mayores. Aquel accidente marcó el inicio de una vida sembrada por profundos dolores para la familia Grimaldi, como se apellidan, y sembró un distanciamiento entre las hermanas que ellas, sin embargo, intentaron disimular siempre. Rainiero lll debió hacerse cargo de las jóvenes, pero nunca pudo superar la muerte inexplicable y absurda de su esposa.

Las hermanas Carolina y Estefanía de Mónaco en una aparición pública en 2019.

De princesa triste a feliz abuela

Sin embargo, tras varios traspiés en el amor –cada una casada varias veces—, las princesas se fueron apagando paulatinamente, al tiempo que su cuñada Charlene, esposa de Alberto, ganaba presencia en la prensa como consorte llegando a ocupar el lugar de ellas en las tradicionales galas del pequeño principado. Convertidas en madres y abuelas, prácticamente desaparecieron de la escena pública, lo que se acrecentó con la pandemia. Sin embargo, a finales de 2022 y comienzos de este han tenido alguna figuración pública.

Tras la muerte de su madre, Carolina de Mónaco se convirtió en la primera dama del Principado hasta 2011, cuando su hermano contrajo matrimonio. A partir de ese momento ha sabido mantenerse en la sombra, dejando que su hermano brille con luz propia, pero saliendo en su ayuda cuando él la ha necesitado, razón por la cual en Mónaco se asegura que si algo le sucediera a Alberto II sería ella quien lo sucedería en el trono y no su esposa Charlene.

Se educó en Mónaco y pasaba los veranos en Estados Unidos. Habla fluidamente francés, inglés, italiano, español y alemán. Empezó a estudiar Filosofía en París. 

Carolina de Mónaco se ha casado en tres ocasiones. La primera muy joven, con poco más de 20 años, con Philippe Junot. Sus padres no estaban de acuerdo, pero tuvieron que aceptarlo. Dos años más tarde se divorciaron. 

En 1983 se casó con Stéfano Casiraghi, con quien conformó la que fue considerada “la pareja ideal”. Acababa de morir la princesa Grace y la llegada de Stéfano a la familia de Mónaco fue como un alivio tanto todos. Tuvieron tres hijos y un matrimonio feliz que terminó abruptamente por la muerte accidental de Stéfano Casiraghi. 

Tras enviudar, Carolina de Mónaco se marchó al campo francés con sus tres hijos, hasta que en 1996 empezó una relación con Ernesto de Hanóver, con quien tuvo una hija. Con él se mudó a París junto a su familia.  Desde 2009 están separados, aunque no divorciados. 

Ahora, la vida le ha dado una segunda oportunidad para ser feliz, pero esta vez al enfocarse en el cuidado de sus cinco nietos, con los que intenta hacerlo mejor que como madre: tres son de su hijo mayor, Andrea Casiraghi , casado con Tatiana Santo Domingo (de origen colombiano); uno de su hija de Carlota Casiraghi y Gad Elmaleh, y otro más de su hijo menor, Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, con quienes se le ha visto fotografiada paseando con ellos.

Las huellas del tiempo en la ‘princesa de oro’

La pequeña de los Grimaldi ha vivido a su aire, de prisa y, como dice la prensa del corazón de España, con una marca influencia de ‘los genes’ de Hollywood y del espectáculo que heredó de su madre, quien sin embargo fue ejemplo de ponderación y mesura. La princesita rebelde siempre estuvo en busca de una calma que pareció no llegar.

A los dieciséis años fue expulsada de un colegio de París por «demostrar un comportamiento incompatible con las normas de la institución», y un año después ocurrió el accidente en la que falleció su madre. Por esta razón, intentaba mantenerse siempre ocupada para escapar de su realidad y de su tristeza. Así fue que terminó convirtiéndose en cantante, modelo, diseñadora de modas, acróbata de un circo, etc.

A partir de allí la palabra ‘escándalo’ se asoció con ella, que ya para entonces era  ícono de la moda. Su irreverente estilo a la hora de vestir, su figura perfectamente tonificada y sus facciones andróginas la ayudaron a posicionarse como una de las princesas más bellas e impactantes de su generación.

Con sus padres, Rainiero y Grace.

Tuvo sonados amores con Paul Belmondo, Anthony Delon y Rob Lowe. Y cuando se creía que había sentado cabeza, tras anunciar en abril del 90 su compromiso oficial con Jean Yves Lefur, se publicaron unas comprometedoras fotos suyas con su guardaespaldas, Daniel Ducruet. Esta relación supuso la ruptura de Estefanía con su padre. Pero el paso de los años, y el nacimiento de Luis (1992) y Pauline (1994), volvieron a acercarse.

Los Ducruet parecían la familia feliz y Estefanía se había convertido en toda una súper mamá, pendiente a todas horas de sus hijos. Pero, los paparazzi pillaron a Daniel Ducruet con una bailarina belga de striptease y por eso se separaron.

No había pasado más de un año cuando Estefanía comenzó una relación con otro de sus guardaespaldas, Jean Rymond Gottlieb, padre de su tercer hijo (1998), una niña llamada Camila Marie Kelly. Al año ya estaban separados.

Estefanía con su hijo mayor, Louis (y su esposa Marie, de amarillo) y las menores, Pauline y Camille. (Foto GTres)

Posteriormente, Estefanía, siempre inquieta e indecisa, se enamoró del domador de elefantes Franco Knie y abandonando el Principado se marchó junto a él a vivir una vida de circo. En marzo de 2003 y tras haber recorrido Europa de función en función, se separaron. Lo increíble es que en septiembre de ese mismo año, ya la alocada princesita de Mónaco había vuelto a encontrar el amor bajo una carpa: el 12 de ese mes se casó en secreto con el acróbata portugués Adans Lopez Peres, 10 años menor que ella y del que se separaró 9 meses después.

Ahora, 20 años después, su rostro risueño está completamente cubierto de arrugas y líneas de expresión. La princesa Estefanía dejó de ocultar con maquillaje sus ojeras y las bolsas debajo de sus ojos. Con la llegada de la madurez, la princesa prefiere mostrarse tal y como es ante el mundo, sin florituras ni demasiados excesos, apostando por una especie de naturalidad extrema que refleja su nueva forma de pensar.

A comienzos de este año, la hermana de Carolina de Mónaco fue captada en el Festival Internacional de Circo de Mónaco, un evento con el que ha estado muy involucrada desde hace muchos años. En esta ocasión, la princesa volvió a encender todas las alarmas debido a su apariencia, dado que se presentó con un look más bien informal que se alejaba completamente de su distinguido y elegante estilo.

Estefanía en su reciente aparición en la gala del circo, con su hermano el príncipe Alberto, sus hijos Louis Ducruet y Camille Gottlieb y su nueva Marie Chevallier. (GTres)

La nueva cara de Estefanía Mónaco ha sido objeto de numerosos comentarios, ya que el aspecto ‘envejecido’ de la princesa contrasta con el de otras royals de su generación como Máxima de Holanda, Rania de Jordania o Marie Chantal de Grecia. No obstante, la menor de los hermanos Grimaldi indicó que no ocultará las marcas del tiempo de su cara, dado que no le asustan “las arrugas sí dan el testimonio de una vida en la que hemos disfrutado”.

En breves declaraciones a la prensa española dijo que lo que más ilusión le hace es que este va a ser el año en que se va a estrenar como abuela. La princesa –que ha sido definida por sus discretos y aplomados hijos como una auténtica ‘mamá pato’— está a punto de poder volcar de nuevo todos sus mimos en un bebé. El triunfo definitivo de la royal a la que el amor le ha sido esquivo desde que se enamoró por primera vez.

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