Dolce vita / 1 de marzo de 2025

«Caminemos juntos en la esperanza», mensaje papal en el inicio de la Cuaresma

Miredvista.co

Esta celebración que marca el calendario cristiano y que existe desde hace siglos, antecede la conmemoración de la Semana Santa.

Terminado el tiempo de la carne y de los excesos, llegan los días de calma, de introspección, abstinencia y oración. En efecto, este miércoles 5 de marzo comienza la Cuaresma, que se extenderá hasta el Jueves Santo y que es un tiempo reservado para la preparación de la Pascua de Resurrección.

Llamamos Cuaresma al período de 40 días que representa los días que Jesús permaneció solo en el desierto antes de iniciar su ministerio público. La preparación consiste en reservar tiempo de penitencia y renovación, además de acompañar estos hábitos con prácticas como el ayuno y la abstinencia.

Esta es una de las épocas más importantes para los católicos. Son seis semanas de purificación e iluminación interna destinadas a la preparación espiritual de la Pascua.Una fecha que no solo los católicos celebran, sino también otros cristianos como los luteranos, los ortodoxos, los anglicanos o los evangelistas. Así, se considera un tiempo de reflexión, penitencia o ayuno antes de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Como es tradicional, el Santo Padre emite anualmente un mensaje, previo al inicio de la Cuaresma, en el que traza el sentido que se le darán a estos 40 días tan importantes en el calendario litúrgico cristiano. Y este año no es la excepción, no obstante el delicado estado de salud que afronta el papa Francisco, quien hace en ese mensaje algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios dirige a todos, de manera personal y comunitaria.

“Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante”, reflexiona el Pontífice.

“En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.

En esta cuaresma –precisa el papa Francisco— Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. “Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos”, expresa finalmente en su mensaje.

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