A comienzos de mes, Francisco dio a conocer su decisión de suprimir el alojamiento «gratuito y ventajoso» para los prelados con mando en la Curia vaticana. Además, les pidió hacer un “sacrificio extraordinario» para que destinen mayores recursos a la misión de la Santa Sede, cuyas finanzas están en números rojos.
Vivir totalmente ‘al gratín’ en lujosos apartamentos y palacios renacentistas, cuyo alquiler puede llegar a costar incluso más de 10 mil euros, o recibir ayudas –o ‘aportaciones’— para el pago de vivienda dejó de ser algo normal en el Vaticano
El Papa Francisco decretó hace unos días “la supresión de alojamiento gratuito y ventajoso para cardenales, jefes de dicasterio, presidentes, secretarios, subsecretarios, ejecutivos, auditores y equivalentes, del Tribunal de Roma Rota, de los edificios propiedad de las Instituciones curiales y de los órganos que se refieren a la Santa Sede”.
En consecuencia, todo el mundo tiene en adelante que meterse la mano al bolsillo, como se dice popularmente, y asumir los costos de su alojamiento. El Rescripto (documento oficial), firmado por el Papa y enviado al personal de la Curia por el prefecto de la Secretaría de Economía, el español Maximino Caballero Ledo, pone fin a una práctica habitual entre los prelados con mando en la Curia vaticana, que tradicionalmente se conoce como “vivir como un cura”: gratis total, y en algunos casos, en lujosos apartamentos y palacios de miles de euros.
La decisión del Santo Padre también elimina las llamadas “aportaciones para la vivienda”, o ayudas al alquiler que entregaba la Santa Sede a los altos prelados.
La disposición, que se une a una normativa aprobada la pasada semana por la Santa Sede, en la que el Vaticano recordaba que “todos los bienes muebles e inmuebles” comprados por la Curia o por entes vinculados pertenecen al patrimonio “público” de la Santa Sede “no fraccionable y soberano”, se produce en un momento en el que la Iglesia católica está envuelta en el primer macrojuicio por supuestas irregularidades en pagos y compra-venta de inmuebles: el famoso palacio de Sloane Avenue, en Londres, que ha llevado al banquillo a una decena de antiguos altos cargos de la curia, entre ellos el cardenal Angelo Becciu.
En su nueva orden, Francisco reclama a sus altos funcionarios que “hagan un sacrificio extraordinario para destinar mayores recursos a la misión de la Santa Sede”, cuyas finanzas están en números rojos. De hecho, uno de los objetivos es “aumentar también los ingresos procedentes de la gestión de los bienes inmuebles”. Y es que la norma alcanza a “los inmuebles propiedad de las Instituciones y Entidades curiales que se refieren a la Santa Sede”.
La norma es lo suficientemente relevante teniendo en cuenta que el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede en Italia suma 4.051 propiedades (además de 1.120 en el extranjero, sin incluir las nunciaturas). La agencia de noticias EFE destaca que en territorio italiano hay 1,6 millones de metros cuadrados propiedad de la Iglesia, de los que únicamente el 15% están destinados en el mercado libre, el 30% en alquileres subvencionados para empleados, pensionados y otras formas de ayuda y el 55% restante para fines institucionales o en cualquier caso asignados en régimen de préstamo gratuito, como escuelas o universidades.
Con todo, el dictamen “no tiene ningún efecto sobre las facilidades ya concedidas en la fecha de su entrada en vigor y, por lo tanto, los contratos ya estipulados antes de la entrada en vigor de la presente disposición continuarán hasta su vencimiento natural”, aunque los mismos “sólo podrán ser prorrogados o renovados sólo de acuerdo con las disposiciones anteriores”.
En marzo de 2021, a raíz del déficit en el balance de la Santa Sede de los últimos años,Francisco ya había decretado un recorte de sueldos en la Curia romana que, en el caso de los cardenales, llegó hasta el 10 por ciento del salario. Los cargos superiores de la Curia vieron cómo su sueldo bajaba un 8%, mientras que los religiosos y eclesiásticos con funciones no dirigentes tuvieron un recorte del 3%.
Con ese ajuste de cinturón, el Vaticano pasó la crisis provocada por el coronavirus sin ningún despido, y sin tocar los sueldos de los trabajadores laicos de la Santa Sede.
A partir de ahora, además, los obispos que viajen a Roma y se quieran alojar en la Casa Santa Marta, tendrán que pagar su estancia, rompiendo con una dinámica que utilizaba la residencia del Papa como hotel sin pagar.