Nuestra Gente / 11 de julio de 2020

De hacer de todo, a encerrarse en casa

María Teresa Espinosa de Diazgranados, Marta Arredondo, Liliana Bechara yAna María Mestre de Montero.

Patricia Escobar

4 mujeres del Caribe colombiano que tienen como punto de unión su gran actividad con el mundo exterior, por sus trabajos o sus actividades sociales, nos cuentan aquí sus experiencias de confinamiento.

María Teresa Espinosa de Diazgranados es una mujer de sonrisa fresca, una mirada limpia y una melodiosa voz. Es cartagenera, barranquillera y samaria a la vez. Esposa de Juan Pablo Diazgranados y madre de tres preciosos hijos, excelsa decoradora de interiores, trabajadora social incansable y gran anfitriona de importantes eventos sociales y culturales.

Marta Arredondo, es diseñadora Guajira con identidad, valiente, creativa, comprometida con su etnia wuayúu y con toda La Guajira. Una mujer imponente físicamente, con una cara a veces adusta, debido a sus rasgos indígenas, pero de un corazón inmenso. Desde niña ha tenido claro lo que quiere en la vida, que ha roto estereotipos enfrentándose al mundo con optimismo y trabajo.

Ana María Mestre de Montero, joven esposa vallenata y madre de tres hijos de 11, 10 y 7 años. Trabajadora incansable, un ser sociable, cómplice de los trabajos de su esposo y emprendedora de sus propios proyectos. Una mujer optimista y de mucha fe que siempre se ha destacado por su elegancia y buen vestir.

Liliana Bechara es periodista y presentadora, pero además es modelo, canta, super fiestera y activa en las redes sociales. Amante empedernida de la moda, pues hace algún tiempo comenzó a trabajar con una amiga en el diseño de camisetas con gran aceptación.

Estas cuatro mujeres tienen mucho en común: han brillado por sus quehaceres públicos, en la calle, lejos de las cuatro paredes donde hoy asumen responsablemente el cuidado propio y de sus familias. Las cuatro, además, son invitadas a los eventos sociales más importantes de las ciudades donde viven y tienen buena aptitud de servicio. Entonces, ¿Cómo han pasado estos días de confinamiento por el Coronavirus?

MARIA TERESA ESPINOSA

La decoradora de interiores María Teresa Espinosa sigue tan activa en su casa en estos días de cuarentena, lo que no le impidió celebrar en familia el cumpleaños de dos de sus hijos.

Antes del confinamiento esta joven mujer atendía a las mil maravillas, tres trabajos, compromisos sociales y su familia. Su día comenzaba muy temprano atendiendo a sus chicos de 10, 7 y 5 años para enviarlos al colegio, disfrutar de un buen café y arreglarse para salir a conquistar al mundo con su energía y su sonrisa.

Volvía a su casa tipo una de la tarde para almorzar con su esposo y sus hijos pequeños. Un “ritual” sagrado para ella. Dos horas después volvía a la calles a camellar, a revisar personalmente cada proyecto, cada negocio: Botanika (flores naturales) Interior Natural Living (almacén de decoración) y MTE una firma de Interiosismo.

“En verdad eran semanas de maratón interminables, con millones de compromisos que parecían inaplazables”, dice.

Ahora todo es diferente. Mientras los niños estuvieron en clases, ella y su esposo se convirtieron en los “profesores ayudantes”. Pasaban las mañanas frente a los computadores colaborando en esa formación a distancia que le ha tocado enfrentar a niños y padres.

En las tardes trabaja, a distancia, en sus diferentes empresas, y como si fuera poco, se puso al frente de una labor social donde recogen mercados para los trabajadores informales del sector donde vive en Santa Marta. Adquirieron, además, el hábito de sentarse en la terraza, todos unidos, a escuchar música e historias.

Siente que ha tenido la bendición de Dios para seguir trabajando. “Sigo muy activa en emprender más negocios, en ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Ahora con los niños de vacaciones he dedicado mucho más tiempo a poner mi casa en orden, sacar todo aquello que mis hijos o nosotros ya no usamos. Es algo que hago regularmente, pero durante esta pandemia lo he reforzado, estas donaciones son muy necesarias en estos momentos y alegran a muchas familias”, apunta.

Para ella, lo mejor de esta pandemia ha sido compartir mucho más con la familia. Y ahora que los pequeños no están en clases, con sus padres y abuela., ha aprendido que sí se pueden hacer las cosas, sin los corre-corre de antes.

Lo duro, para ella, ha sido ver tantas pérdidas de vidas humanas, tanto dolor, tantas quiebras y negocios obligados a cerrar.

MARTA ARREDONDO

Así esté encerrada en su casa, a Marta Arredondo le gusta estar siempre bien puesta. Uno de sus placeres es viajar.

Un día normal para Marta arrancaba a las 5 de la mañana, y media hora después estaba caminando por la avenida La Marina de Riohacha, donde se conectaba con la naturaleza y la inmensidad del mar para respirar aire puro. Se dejaba embriagar por el sonido de la suave brisa y las olas besando la arena blanca, y dejaba que sus ojos examinaran los colores del cielo. Después desayunaba y se preparaba para trabajar.

Sus días transcurrían entre telas, canutillos, lentejuelas, lápices de colores, hojas en blanco que convertía en obras de arte al diseñar sus modelos, y la atención a sus clientes, que más que simple compradores, se convierten en sus amigos debido a que ella los trata como tal, los guía y asesora.

A las 7 de la noche ya su boutique se cierra y acude a una cita que, como ella misma dice, es “inmancable” en el balcón de su casa donde se encuentra con un amigo, se deleitan con una copa de vino, con una comida, y sobre todo con una buena charla. A las 9 de la noche, aproximadamente se retiraba a su habitación a estudiar un poco y a descansar cuando no tenía algún compromiso social que atender.

Desde hace cuatro meses esa rutina cambió. Pero lo fundamental sigue ahí. Continúa levantándose temprano y haciendo ejercicio, pero en su casa; sigue arreglándose como si fuera a salir a la calle. Y además le dedica más tiempo a embellecer y mantener armonizado su hogar, lee y escucha música. Tiene una hora para conectarse con Dios. Se ha alejado de las noticias, “no porque quiera evadir la realidad que está palpable, sino porque no quiero seguir dañando mi salud mental”, comenta.

Su día, sin vida social, le permite disfrutar más de ella misma, aunque reconoce que lo más duro del confinamiento ha sido no ver a su familia, no poder salir y saludar de beso a sus amigos, de dar un abrazo, de charlar cara a cara con las personas. También ha sido duro entender que “la humanidad no es nada humana”

Según ella, lo único positivo que ha encontrado es su confinamiento, es una conexión más estrecha con Dios.

ANA MARÍA MESTRE DE MONTERO

Ana María de Montero con su esposo Eduardo Luis y sus hijos.

Su vida antes de la cuarentena era un eterno corre-corre que comenzaba muy temprano despertando y arreglando todo lo de sus hijos para llevarlos al colegio, arreglarse e irse para el trabajo donde tenía que salir de un lado a otro para concretar ventas y negocios. Era una ejecutiva super activa y muy reconocida en Valledupar.

Por la tarde recibía a los niños, los ayudaba con las tareas y terminaba relativamente temprano la jornada. Eso cuando no salía a atender innumerables compromisos sociales. A pesar de todo ello, dice que “mi tiempo antes no alcanzaba para nada”.

Cosa muy distinta siente hoy cuando asegura que los momentos que estamos pasando son, “un tiempo para reencontrarnos en familia”. Ahora siente que hace muchas más cosas, pero sin los afanes de estar trabajando para otros. Tiene una serie de tareas que planifica con el cuidado de una ejecutiva, con lista en mano y todo. Hace ejercicios todos los días en la mañana, después se encarga de las labores de la casa y comparte con los hijos y esposo. Por la tarde se dedica a un nuevo emprendimiento: elabora deliciosos y saludables postres que han sido toda una sensación entre sus amistades.

Ana María, como Marta Arredondo, siente que la cuarentena le ha permitido acercarse más a Dios. Todos los domingos junto a su familia está pendiente de la misa por Tv. Dice que ahora valora más lo esencial de la vida, las cosas que tiene, la salud y sobre todo a sus seres queridos. “Siempre la he valorado, pero siento que ahora mi familia es especial”.

Ha aprendido a conocerse y a conocer sus talentos y habilidades, como, por ejemplo, cocinar cosas ricas y saludables. “Es que pienso que Dios, en los momentos más difíciles saca lo mejor de nosotros”, asegura.

LILIANA BECHARA

La periodista Liliana Bechara no solo es presentadora, también canta y hasta se le ha medido al diseño de modas.

La comunicadora social que noche a noche acompaña a los barranquilleros en el noticiero Las Noticias de Telecaribe, y que le ha mostrado al mundo a través de un noticiero nacional la riqueza cultural del Caribe, ha sido siempre una mujer muy activa.

Sus días comenzaban temprano, cuando salía de su casa hacer ejercicios. Y a pesar de que, por la naturaleza de su trabajo, su vida no era rutinaria, generalmente trabajaba en notas periodísticas para el noticiero nacional, en la mañana. Por la tarde, se iba al noticiero local hasta las 7 de la noche. A veces volvía a la casa a editar las notas, cuando no tenía eventos sociales. Y entre trabajo y trabajo, estaban también su visita a la maquilladora, la búsqueda del vestido, la atención a los amigos. Es decir, Liliana parecía una tromba.

Ahora sigue levantándose temprano, pero entrena en su casa para no perder el hábito, aunque dice que no es lo mismo que ir al gimnasio. Por las circunstancias, su trabajo como corresponsal del noticiero nacional ha disminuido considerablemente. Va a Telecaribe a las 5 de la tarde pero extremando las medidas de bioseguridad. Con tapabocas, guantes, alcohol, lavado frecuente de manos.

Decidió entonces para estar más activa, emprender un negocio de camisetas con mensajes inspiradores y motivadores junto a su amiga presentadora, Daniela Vega, que vive en Brasil. “La idea la tenían hace varios meses, pero no habían arrancado en forma porque no se habían dado las cosas”, dice.

Lo bonito de ese proyecto es que decidieron darle un toque social y por cada tres piezas que vendieron en el lanzamiento virtual de su primera producción donaron un mercado a personas necesitadas. “Fue un éxito, vendimos todo el menos tiempo de lo presupuestado y sentimos la satisfacción de ayudar” Entonces lanzaron una segunda colección que corrió con la misma suerte y ya están trabajando en la tercera. No ha sido fácil porque los proveedores están encerrados y el comercio limitado, pero han enfrentado el desafío con optimismo.

Para Liliana lo mejor de este encierro es que cuenta con más tiempo para estar y compartir con su mamá. Y lo más duro es no poder saludar, abrazar y conversar con las personas que quiere, que son muchas, y no poder hacer reportaría cultural. Sin embargo, espera que este momento pase pronto y de él salgamos fortalecidos y unidos.

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