Retirar dinero del banco, agendar una cita médica virtual, abrir el correo electrónico o las redes sociales… pareciera que nuestras vidas estuviera atada inevitablemente a esos numeritos y letras que todo lo abren que nos ponen la modernidad al alcance de la mano.
El mundo hoy está en las manos de una clave, y no propiamente de una clave musical, lo que sería una delicia. Y de esta situación, el Covid también es “culpable”.
Hoy, gracias a la virtualidad, todo requiere de una clave: conjunto de signos, principalmente números y letras que permiten abrir algo. Hasta hace unos pocos años, un ciudadano del común, la única clave que tenía que tener presente era la de su cuenta bancaria. Y en países como Colombia, el acceso al mundo financiero estaba reservado para unos cuantos, generalmente adultos jóvenes.
Posteriormente todos los integrantes del sector productivo fueron prácticamente obligados de abrir una cuenta para recibir sus pagos y por ello se hicieron a una tarjeta, que obviamente servía con una clave que no tenía más de 4 números. Y la clave del celular para “no ser pillados” en la mayoría de los casos, aunque esa clave no era necesaria. Pero hoy, las cosas son bien distintas.
Para acceder al 95% de la información, de los reclamos y de los pagos que deben o necesitan hacer los ciudadanos se requiere de una clave, y aquí para muchos, se arma la de Troya, para recordarlas todas, para no confundirse, para estar actualizándolas.
Un ciudadano del común debe manejar por lo menos 8 claves distintas: las de la cuenta bancaria, aunque sea sólo la de la tarjeta débito para sacar dinero; la de la Dian, porque para todo piden RUT, y aunque por lo ganado de un año no exista la necesidad de pagar un impuesto, hay que declarar y buscar certificados de paz y salvo; la de la EPS a la que se está afiliado, porque las citas y la información de interés se consiguen más fácilmente por la web que por teléfono; la de los colegios de hijos o nietos para poder pagar la mensualidad, y en caso de tener estudiantes en casa, las claves para acceder a las clases, las claves de la plataforma y la clave para enviar los trabajos; las claves de las empresas de servicios para poderlos pagar y sobre todo para realizar reclamos, y por supuesto, la clave del correo electrónico.
También, en un nivel superior, se requieren claves para acceder a los contenidos de medios de información, a los contenidos de grupos de interés y prácticamente a todo lo que se necesita.
Todos los certificados: judiciales, bancarios, legales hoy se gestionan a través de la web y para cada entidad hay que hacer una inscripción y tener una clave. Y así va la “creciendo la pila”.
Escribir la situación es relativamente fácil, pero vivirla, para la mayoría de los adultos es una verdadera pesadilla. A muchos les cuesta aprenderse el número de la cédula o el de los celulares de sus seres más cercanos, ahora retener la cantidad de claves es “enloquecedor”. Obvio que podría tenerse una libretica y allí ir sumando las claves, pero la recomendación de todos es “no comparta su clave”.
Las claves están compuestas entre 4 y 8 números, letras entre mayúsculas y minúsculas y en algunos casos por otros signos gramaticales. En algunos de estos casos la clave está compuesta por 12 elementos, y ¡ay de que a uno se le olvide alguno de ellos!
Para tener una clave, que básicamente es un código, se necesita tener un correo electrónico, y el correo también tiene clave.
Con el crecimiento de esta necesidad y de la locura que despierta para muchos, han surgido “especialistas” en el tema que dan recomendaciones básicas, siendo una de las más importante, abstenerse de colocar la fecha de nacimiento como clave porque es muy fácil de descifrar.
Clavesergura.org es un sitio web que se promociona como un lugar seguro para generar claves para “usar en diversas webs, tiendas online, o cualquier otro lugar en el que puedas necesitar una clave”. El mismo explica que “el sistema permite escoger el tipo y la longitud. Es especialmente recomendable la posibilidad de crear una clave sencilla de recordar mediante un algoritmo que escoge de Internet fragmentos de palabras al azar, generando una contraseña única y fácilmente recordable”.
Estudios que ellos referencian aseguran que, “un 80 % de los ataques debidos a piratas o hackers se han servido de contraseñas poco seguras o robadas. Entonces, mientras más “enredada” sea, mucho mejor para la seguridad y mucho más complicado para el dueño de ese seguro.
Para defenderse, es muy recomendable contar con claves seguras, de ser posible indescifrables. “Estas contraseñas se crean combinando letras, números y símbolos y son todavía más seguras si son únicas, es decir, si no se emplean en más de un lugar”. Nada fácil para las personas “normales”, pero ahí están para los que quieran “experimentar”.