Nuestra Gente / 23 de abril de 2022

“La mejor decisión de mi vida ha sido ser tatuador”

José Miguel Manotas, diseñador gráfico y tatuador, muestra algunos de sus ilustraciones que ha plasmado en su piel.

Alix López

El diseñador gráfico barranquillero José Miguel Manotas dice que quiere vivir de la ilustración por medio del tatuaje y tener un taller en Bogotá o España. Sus clientes le piden arte minimalista, pero también, elementos asociados a la botánica.

Una ilustración de José Miguel Manotas plasmada en tatuaje.
José Miguel Manotas en plena creación en la sede de Rayarte Tattoo Studio que comparte en el norte de Barranquilla.

José Miguel Manotas De la Cruz confiesa que nunca fue un buen alumno porque prefería hacer dibujos en las hojas de los cuadernos en plena clase porque no le gustaba que lo midieran por notas.

Por eso cuando recibió grado de bachiller y alguien le sugirió estudiar Diseño Gráfico en la Universidad Autónoma del Caribe no lo pensó dos veces.

Después de terminar la carrera se vinculó a una agencia de arquitectura comercial, luego a un estudio de animación y finalmente a varias agencias de publicidad.

Así pasaron diez años, pero sentía que no estaba feliz ni pleno con lo que hacía, sobre todo en el último trabajo en el que finalmente le quedaron debiendo varios salarios.

Madre e hijo en un tatuaje.
Muchos clientes le piden ilustración botánica.

Luego vino la pandemia y decidió hacer un pare para reflexionar sobre lo que realmente quería hacer en su vida. La crisis de los 30.

¿Cómo podría vivir del dibujo, que era lo que realmente le gustaba, y dedicarse a un oficio que le diera dignidad? Se preguntaba una y otra vez.

Una pizza pepperoni fue su primer tatuaje para una amiga. Luego él hizo lo mismo en su brazo, derecho.

“Me encanta dibujar anime y cómics, pero no quería dedicarme a eso porque es un gusto personal”, cuenta este barranquillero.

Fue entonces cuando su mamá, Rocío De la Cruz, y algunos allegados le sugirieron dedicarse a los tatuajes.

«Se presentó la oportunidad para viajar a Medellín para que un tatuador con toda la experiencia me enseñara el oficio. Alli permaneci varios meses perfeccionándome», recuerda.

Una pizza pepperoni con piernas, cara y brazos que sostenían una bandera con la frase Mejores amigos por siempre, fue la primera ilustración que plasmó en la piel de Jesmy, una de sus mejores amigas, que junto a Alexander y Sharon, le regalaron el primer kit para tatuadores.

Empezó a retomar el dibujo, a comprar equipos y se capacitó en un curso de bioseguridad sobre cicatrización.

En abril del añ pasado buscó empezó a compartir Rayarte Tattoo Studio (@rayarte_tattoo) que comparte con otros colegas en la carrrera 51B entre calles 82 y 84, Centro Comercial Bahia, para trabajar con clientes.

José Miguel empezó con dibujos pequeños entre amigos, de tal manera que después de Jesmy, otro amigo, Guillermo Cudriz, o Guillo, como lo llaman, se ofreció para que le tatuara un tiburón en uno de sus muslos. Hoy es uno de los clientes más fieles.

Frases cortas son algunas de las favoritas.
Algunas mujeres prefieren el minimalismo.

Con este proceso también comenzó su marca personal: Seis de Oros (En Instagram @seisdeoros_ink), nombre que escogió de una carta del Tarot. “No soy muy afín con esas creencias mágicas, pero me encanta el arte, el manuscrito, la estética esotérica las ilustraciones del renacimiento”, comenta.

Su estilo es black board ilustrado, con uno que otro detalle a color.

“No creo que todo el tatuaje sea arte. En esta carrera de pulir el arte logramos alcanzar un lenguaje propio en el cual contemos cosas y que la gente sienta la necesidad de tener nuestro estilo. Con el tiempo podemos elevar nuestra carrera a arte”, añade.

“El mayor logro del tatuador es lograr una buena cicatrización y que el tatuaje envejezca dignamente”. 

José Miguel Manotas de la Cruz

Manotas dice además que tiene clientes de todas las edades muchos de los cuales prefieren elementos minimalistas y sencillos, pero también ilustración botánica como serpientes, hojas y ramas.

Resalta que en la ciudad hay buenos tatuadores que trabajan el llamado realismo grande que es muy usado por Lionel Messi que plasma en su piel tigres y búhos, entre otros.

También celebra que en nuestro país se estén derribando los mitos alrededor de quienes se tatúan, y la prueba es que además de clientes de más de 50 años de edad, también recibe profesionales como médicos y abogados que han decidido hacerse uno.

«He estado en Bogotá y Medellín y me he topado con jóvenes trabajadores de cadenas como McDonalds que llevan su cuello y sus brazos tatuados, lo que hasta hace algunos años era inaceptable».

En cinco años se proyecta como un tatuador de talla internacional. “Todo mi proyecto va enfocado  a generar dignidad, estoy haciendo lo que quiero, lo que me gusta. Mi mejor decisión fue vivir de la ilustración por medio del tatuaje”, puntualiza.

También sueña con tener su propio taller en Bogotá o en países como Europa.

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