Nuestra Gente / 23 de julio de 2022

“Quiero hacer historia como una de las mejores parlamentarias”: Cathy Juvinao

Rosario Borrero

La nueva representante a la Cámara por Bogotá nació en La Paz, Cesar; vivió su infancia y parte de su juventud en Santa Marta; terminó el bachillerato e hizo su carrera en Barranquilla y vive desde hace 17 años en Bogotá, donde fundó ‘Trabajen vagos’, la célebre veeduría del Congreso.

Si algo tiene claro Catherine Juvinao Clavijo, la costeña que se posesionó el jueves como representante a la Cámara por Bogotá, es que ella ni en sueños estará de vaga en el Congreso, pues dice por el contrario que lo que quiere es trabajar. “Yo quiero hacer historia como una de las mejores parlamentarias de Colombia”, aseguró desde Bogotá a MiREDVista.

Cathy Juvinao con la alcaldesa Claudia López el día de su posesión como representante a la Cámara por Bogotá. Ella lució un vestido en blanco y negro, de la diseñadora Paula Colombo que en una de sus mangas tenía bordada la palabra ‘Despertemos’.
Otro detalle llamativo fue el anillo morado de la campaña ‘Paridad ya’.

Ella fundamenta sus aspiraciones en varios argumentos. “Primero, creo que mis capacidades, mi perfil y mi personalidad  me dan para ser parlamentaria: me gusta el debate y una de mis fortalezas es investigar y hacer control político. Además, gracias a la veeduría ‘Trabajen vagos’ tengo un conocimiento del Congreso que la mayoria de candidatos nuevos no tienen, pues llevo 5 años lidiando con ellos. Y lo otro es que conformé un gran equipo de trabajo legislativo, con unos chicos realmente brillantes”, explicó.

Cathy Juvinao, como se le conoce en el mundo de las redes sociales, nació en La Paz, Cesar, adonde su papá se había ido para hacer su año rural como médico. Vivió su infancia y parte de su juventud en Santa Marta, donde cursó hasta décimo en el Colegio La Presentación de esa ciudad, pero cuando iba a hacer undécimo se vino para Barranquilla y fue por ello que hizo el grado once en el colegio Buen Consejo y estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Norte.

Pero la verdad es que la aguerrida jovencita que estaba metida en cuanta actividad había en su colegio –la “sapa”, como dice en medio de risas—, desde chiquita soñaba y se veía viviendo en Bogotá. “Siendo súper costeña, era la más corroncha con el calor, no lo soportaba y siempre quise venirme a estudiar acá, pero mi papá no me dejó. Cuando terminé las prácticas de mi carrera en la Norte, vine de vacaciones y fue ahí cuando aproveché y les dije a mis papás: mijiticos, me perdieron. Lo siento, pero no me devuelvo. Ni siquiera fui a graduarme, mi mamá me reclamó el diploma”, cuenta entre risas.

VIGILAR AL CONGRESO

Tras percatarse de que al Congreso nadie lo vigilaba, en 2017 esta comunicadora social, periodista y politóloga logró cristalizar un sueño: crear ‘Trabajen vagos’, una veeduría ciudadana que, tras un proceso de investigación periodístico, reveló inicialmente el ranking de los parlamentarios ausentistas y después el de los “vagos”, lo cual ha causado revuelo político a nivel nacional y la hecho blanco de rencores, amenazas y hostigamientos.

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“Es que los últimos años el Congreso ha sido una fábrica de conflicto de intereses y de tráfico de influencias, con el 80% de los congresistas haciendo negocios. Hay quienes tienen 20 años ocupando una curul y les preguntas por la Ley 5ª. y no se la leyeron jamás. Y estamos hablando del Reglamento del Congreso. Hay congresistas que llevan allí 15 años y no han aprobado medio proyecto; o con 20 años y nunca han tomado la palabra para un control político, ¡nunca! De eso hay anécdotas”, dice.

En en ese sentido, cuestiona la baja eficacia congresual. “En la última investigación que le hicimos al Congreso, casi el 30% de las plenarias se estaban yendo en trámites de leyes de honores, ¡eso es un escándalo! Es una sinverguenzura, pues las leyes de honores no deben tener ese trámite en plenaria, deben tener un trámite diferenciado. ¿Cómo es posible que si el Congreso en Colombia solo sesiona martes y miércoles entonces toda la plenaria se va en tramitar la medalla de Puerto Colombia, o la Ley de Carriel, por ejemplo? ¿Qué es eso?”.

Y apunta que los congresistas están para materializar la Constitución Política. “El Congreso le debe tareas a la sociedad colombiana: no ha podido todavía producir un estatuto tributario bajo principios de eficiencia y progresividad, como lo dice la ley; tramitar una política de educación integral; expedir la ley estatutaria de salud, las leyes de minorías, el matrimonio homosexual, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, la eutanasia, la regulación del cannabis recreativo, regular el aborto. La Constitución de Colombia es tremendamente progresista, hiper de avanzada en términos de derechos hasta de tercera generación, pero el Congreso ha sido todo lo opuesto: tan de derecha y regodo, que choca con los principios de la Constitución del 91”.

En ese sentido puntualiza que la expectativa es que el nuevo Congreso que acaba de instalarse, con mayorías parlamentarias para un gobierno de centro izquierda, tenga muchas más posibilidades de viabilizar muchas de las grandes reformas que están pendientes.

Sus expectativas en esta nueva etapa de su vida es poder hacer dos Cámaras y dos Senados, es decir, estar 16 años en el Congreso. “Al término de esos 16 años quiero haber contribuido a elevar la vara, el estándar del ejercicio parlamentario, pues este necesita cualificarse. La media de los congresistas son mediocres, no tienen especialidad en ningún tema, no tienen un ejercicio político real y muy pocos trabajan en legislar para el interés común”.

LA OLA VERDE

En la campaña presidencial de 2010, esta joven se convirtió en la más entusiasta seguidora de la llamada ‘Ola verde’, liderada por el exalcalde de Bogotá Antanas Mockus, con miras a la Presidencia.

El día de su adhesión a la campaña de Gustavo Petro, con otros dirigentes.

“Vivía fascinada con Mockus, con sus propuestas de cultura ciudadana. Yo voté por primera vez en esas elecciones, y lo hice por él, movida por ese fenómeno juvenil de la Ola Verde y todo el discurso cívico a su alrededor. Fui voluntaria, luego presentadora de los eventos públicos. Mi primera tusa política fue la derrota de Antanas. Pero decidí que eso era lo que quería seguir haciendo, trabajar por ese cambio cultural bajo la perspectiva mockusiana”, recuerda.

Mi reto ahora es lograr que congresistas me apoyen, ¡y sé que eso va a ser durísimo!, pero por fortuna hoy tengo una excelente relación con mi Partido Verde pero también con el Pacto Histórico, y eso me pone en otra posición”

Catherine Juvinao

Tan entusiamada estaba, que Juvinao decidió que la tesis de la maestría en Estudios Políticos que cursaba en la Javeriana sería sobre el fenómeno de Mockus y la Ola Verde y el papel que jugaron las redes sociales en ese movimiento, y recibió la exaltación de tesis honorífica. Posteriormente manejó las oficinas de Comunicaciones de la facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes y de la Secretaría de Movilidad de Bogotá y posteriormente fue asesora del director de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, pero en 2018, al ganar Iván Duque la presidencia decide renunciar.

Ya después vino la etapa de la veeduría “Trabajen vagos”, en la que invirtió todos sus ahorros. Dice que para el lanzamiento en 2019 se habían trazado como un indicador de éxito lograr que el video de la presentación alcanzara 300 mil vistas en una semana, pero lo que sucedió sobrepasó cualquier cálculo: “llegamos a 30 millones de vistas ¡fue la locura!”, cuenta.

Sin embargo el éxito de sus denuncias fue directamente proporcial a las intimidaciones y amenazas que empezaron a recibir ella y algunos de sus familiares. El programa La Luciérnaga de Caracol la invitó a hacer parte del panel, pero a los 7 meses dice que tuvo que salir del mismo, por el hostigamiento del que fue objeto por sectores políticos que se sintieron ‘tocados’ por las investigaciones. “Salí de Caracol golpeada moralmente, fue un momento muy difícil, porque además me estaba separando”.

El 13 de diciembre del año pasado lanzó su campaña al Congreso, sin un peso, asegura, en fórmula con Ariel Ávila, con quien venía trabajando investigaciones y denuncias. “El día de la elección no me lo podía creer; no paraba de llorar. Llegamos con las uñas, sin deberle nada a nadie; ningún gran empresario me financió ni tuve líderes de localidades o comunales poniéndome la maquinaria: ¡nada! Fue una campaña absolutamente libre y 150% de opinión, que costó $475 millones. Mi reto ahora es lograr que congresistas me apoyen, ¡y sé que eso va a ser durísimo! (risas), pero por fortuna hoy tengo una excelente relación con mi Partido Verde pero también con el Pacto Histórico, y eso me pone en otra posición”, dice finalmente.

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