Según el Estudio Nacional de Ciberacoso Escolar 2022 del Ministerio TIC y la Universidad Nacional de Colombia, el 32 % de los estudiantes entre 9 y 17 años ha sido víctima de ciberacoso.
Con tan solo un clic, niñas y niños cruzan a un universo donde la realidad se diluye entre likes, filtros y bailes virales. Si bien abril sigue siendo el Mes del Niño en Colombia, el niño del siglo 21 ha cambiado drásticamente su manera de jugar, aprender, socializar y crecer. Y en ese nuevo paisaje digital, las redes sociales se han convertido, para muchos, en el primer espejo donde buscan validación, atención y sentido de pertenencia.
Pero ¿qué implica realmente que un niño crezca mirando el mundo a través de una pantalla? ¿Estamos ante una generación más conectada o más vulnerable?
UN CELULAR COMO CUNA EMOCIONAL
En Colombia, según cifras del DANE (2023), más del 60 % de los menores entre 5 y 17 años ya tienen acceso a internet desde casa, y una porción cada vez mayor posee su propio dispositivo móvil.
El teléfono celular, que alguna vez fue una herramienta de comunicación, se ha transformado en una extensión del cuerpo y de la identidad infantil.
Redes como TikTok, Instagram y YouTube capturan la atención de los menores desde edades tempranas, con contenidos que van desde retos inofensivos hasta desafíos peligrosos. El problema no es solo el acceso: es la falta de orientación frente a lo que consumen, producen y replican.
LA SOBREEXPOSICIÓN COMO NORMA
En Colombia no existe una legislación clara sobre el uso de redes sociales en menores. Mientras tanto, miles de niños ya tienen cuentas activas, seguidores y hasta colaboraciones con marcas. En este contexto surge un fenómeno nuevo: la «niñez influenciadora», donde los límites entre lo privado y lo público se desdibujan.
El sharenting: la práctica de padres que comparten constantemente la vida de sus hijos en redes— ha contribuido a una exposición constante que puede derivar en consecuencias a largo plazo: pérdida de intimidad, robo de identidad, burlas y hasta acoso digital.
IMPACTO EMOCIONAL: DE LOS FILTROS AL VACÍO
Expertos en salud mental alertan sobre los efectos que las redes están teniendo en el desarrollo emocional de niños y adolescentes. La comparación constante con otros, la dependencia del reconocimiento digital y el consumo de contenidos hipersexualizados o violentos están afectando su autoestima, capacidad de concentración y manejo de frustraciones.
La psicóloga barranquillera Lina Torres, especialista en niñez y adolescencia, afirma que “los niños están aprendiendo a definirse por lo que otros piensan de ellos en línea, y no por lo que son o sienten en el mundo real. Esa búsqueda de aprobación digital puede crear vacíos emocionales muy difíciles de llenar”.
EL DILEMA ÉTICO: ¿PROHIBIR O ACOMPAÑAR?
Prohibir el uso de redes sociales no es una solución realista en un país como Colombia, donde la tecnología es parte del ecosistema educativo, social y familiar. Sin embargo, permitir el acceso sin mediación adulta es igual de riesgoso.
La clave, según muchos expertos, está en la educación digital temprana, el acompañamiento activo de padres y cuidadores, y la generación de espacios alternativos de juego, expresión y conexión emocional. Las redes pueden ser herramientas poderosas si se usan con sentido crítico, pero también pueden ser trampas si no se entienden sus dinámicas de fondo.
CÓMO ACOMPAÑAR A TUS HIJOS EN EL USO DE LAS REDES SOCIALES
No prohíbas, acompaña: Prohibir por completo suele generar rebeldía o uso a escondidas. Es mejor estar presente, enseñar y establecer límites claros, adecuados a su edad.
Establece edades mínimas y tiempos de uso: La mayoría de redes recomiendan 13 años como edad mínima. Aún así, si tu hijo menor de esa edad ya tiene una cuenta, limita el tiempo frente a la pantalla (máximo 1-2 horas al día) y supervisa la actividad.
Crea un ambiente de confianza: Los niños deben sentir que pueden hablar contigo si ven algo que los incomoda. Evita el castigo inmediato y prioriza el diálogo.
Conviértete en su modelo: Tus hábitos digitales también educan. Si pasas horas en redes o compartes todo, tus hijos lo normalizarán. Sé ejemplo de uso responsable.
Revisa configuraciones de privacidad: Activa filtros, desactiva la geolocalización y revisa con ellos quién puede ver su contenido. Evita el contacto con desconocidos.
Enseña a identificar riesgos: Habla con tus hijos sobre ciberacoso, grooming, retos virales peligrosos y fake news. Que aprendan a reconocer y denunciar situaciones sospechosas.
Haz seguimiento sin invadir: Puedes usar herramientas de control parental o pedir que te agreguen como contacto, pero sin espiar o humillar. El respeto a su privacidad también es educación.
Propón alternativas al ocio digital: Fomenta deportes, lectura, juegos de mesa o salidas familiares. Las redes no deben ser su único espacio de diversión.
Conversen sobre autoestima digital: Explícales que no deben compararse con influencers o perseguir likes. Enséñales que lo importante es lo que son, no lo que aparentan ser.
Actualízate como padre o madre digital: Infórmate sobre las redes que usan, sus tendencias y riesgos. Un adulto que entiende el entorno digital puede guiar con más autoridad y empatía.