En la Nota / 17 de agosto de 2024

Joche Zuluaga, el reconocido acordeonero que se dedica a la dociencia musical

Joche Zuluaga, el acordeonero que grabó discos y se presentó en varios escenarios, hoy enseña a tocar el instrumento a jóvenes en Mompox.

Miguel Utria

Tras su destaca experiencia como profesional al lado del cantante Ramiro Padilla, el artista está radicado en su natal Mompox, donde enseña a tocar el acordeón a niños del municipio y uno de sus corregimientos.

El destacado acordeonero Joche Zuluaga, quien por varios años conformara el dúo ‘Ramiro y Joche’, con el cantante Ramiro Padilla, se dedica actualmente a enseñar a tocar acordeón a niños de su tierra natal Mompox, y uno de sus corregimientos, Ancón.

Desde que inició esta actividad ya han pasado casi cuatro años, y aunque nunca le pasó por su mente dedicarse a la docencia, dice que enseñar ha sido para él una gran satisfacción hasta el punto que dedica a dicha actividad todo el tiempo que le sea posible.

Joche en una de las clases de acordeón. Muchos de los pequeños con talento siguen el ritmo de las enseñanzas del maestro.

Cuando tuvo la iniciativa necesitaba de algún organismo que lo apoyara, por lo que tocó varias puertas que no se le abrieron. Entonces habló con el alcalde de turno Guillermo Santos Anaya, a quien conocía, y este decidió apoyarlo.

La propuesta tuvo acogida entre los padres de los niños del pueblo que comenzaron a mandarlos a las clases llegando a conformar una escuela de música con más de 40 pequeños, de 10 años de edad en adelante, aunque ha tenido alumnos mayores de 17 años.

El proyecto siguió este año tras recibir el apoyo del actual alcalde Juan Sinning. En la actualidad en el distrito de Mompox hay 25 alumnos y un número similar en el corregimiento, que se han mantenido constantes, muchos se desaniman por la falta de instrumentos, pues ellos desean tener un acordeón cada uno. En también hay niñas que han mostrado interés en tomar las clases.

Asegura Zuluaga que la iniciativa se ha mantenido pese a que aún existe una tendencia a estigmatizar la música de acordeón como propia de personas borrachas, irresponsables y vagas.

Cargando su principal ‘herramienta’, el músico va camino a dictar sus habituales clases.

Una de sus mayores satisfacciones es que uno de sus alumnos, tras aprender, siguió el camino musical y se presentó en la pasada versión del Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar, en la categoría de aficionado.

A NIÑOS Y NIÑAS

“Los niños inician de cero, y las clases las comenzamos tocando una canción, y de ahí los muchachos le van cogiendo el son hasta que se sueltan solos. Nosotros somos más prácticos”, apunta Joche.

Las clases en Mompox, son martes y miércoles, y en Ancón los sábados, a medida que los niños van mostrando capacidad para avanzar, se dedica a afinar esas cualidades mientras los otros se van nivelando, según el profesor, quien asegura que muchos niños se meten tan de lleno al tema que avanzan de manera rápida.

Hoy el proyecto, hace parte de los programas de la Casa de la Cultura de Mompox que amplió la oferta a otros instrumentos como caja, guacharaca y otros de percusión.

Aunque no son muchos los acordeones con que dispone Joche, uno solo basta para que todos presten atención.

«Muchos niños y jóvenes llegan al programa y se amañan hasta el punto que sus padres hacen el esfuerzo por comprarles el instrumento musical, otros a pesar de que no contamos con los suficientes para darle un instrumento a cada alumno, esperan el turno porque su deseo es aprender y porque se han enamorado de esto. Pero también hay quienes van un par de veces y no vuelven porque sus expectativas están enfocadas en otras actividades propias de los jóvenes».

Joche Zuluaga sostiene  que el tema de mantener con niños cualquier actividad de tipo artístico u otra extracurricular debe ir encaminado a alejar a los menores de los vicios, la delincuencia y las malas personas, por eso además de las clases les recalca a sus muchachos la importancia del respeto entre compañeros, para con sus padres y las demás personas, además de cultivar y mostrar buenas costumbres, la responsabilidad y, de manera especial, la disciplina.

En el proyecto hay cuatro instructores, y en ocasiones los niños más avanzados sirven de instructores a sus compañeros recién llegados a la escuela. Esto último como parte de la formación integral de enseñar a los niños a ser solidarios con sus semejantes, según expresa el profesor de música.

“Yo era una persona que no le gustaba enseñar lo que sabía, de compartir un poco de eso que la vida me había dado. De pronto sabía que eso no estaba bien, y tuve que aprender a enseñar, ahora que enseño lo que sé me ha hecho una persona diferente porque soy consciente de que estoy aportando algo para la formación de muchos niños. Ahora veo que esto es bien, bien bonito”.

Carátula del primer disco que grabó como dúo con Ramiro, teniendo como cantante a Ramiro Padilla.

SU VIDA MUSICAL

El amor por la música de acordeón nació con Joche Zuluaga, siempre la ha llevado en su ser y asegura que el mismo se engendró cuando su madre lo llevaba en su vientre viviendo en Valledupar.

Recuerda que su casa era sitio de reuniones para parrandas y fiestas a las que asistían amantes e intérpretes de este género musical hasta el punto que sus padres compraron un acordeón para que su hermano mayor aprendiera a tocarlo, pero a este nunca le llamó la atención.

Su familia vivió en varias ciudades y en una de las mudanzas notó que el instrumento musical rodaba de un sitio para el otro sin que alguien se ocupara de él, por lo que un día decidió tomarlo para sí y lo llevó a que lo repararan.

A los 16 años, cuando estudiaba el último grado de colegio, y ya residiendo en Barranquilla, un día tomó el acordeón y se fue al denominado parque de los músicos de la calle 72 con 46 para que alguien le enseñara a tocarlo. Allí conoció a quien considera uno de sus maestros, y recuerda como el ‘Negro Villa´, hermano de Abel Antonio, ‘El Padre del Acordeón’. Corría la segunda mitad de los años 80, y fue la época en que se conoció con Ramiro, su compañero de fórmula.

Con Ramiro empezaron recorrido por escenarios durante casi 10 años hasta que en el 90 se organizan como conjunto, y  en 1998 se dio la idea de grabar su primera producción, por iniciativa de un amigo que les propuso la idea.

«Ese primer trabajo lo hicimos con el patrocinio de las familias, de los amigos más cercanos que vieron nuestras ganas y deciden ayudarnos. Fue una época muy bonita en la que también recibimos el respaldo de la Universidad Autónoma. Así empezó nuestra vida musical’.

En el primer disco no les fue bien, pero en el segundo las cosas cambiaron, entonces ya comenzamos a tocar en los pueblos, en las casetas, apoyado por licoreras hasta que llegó el tercer disco en que pegamos ‘La dueña de mi suerte’”.

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